LA PESCA POR EL MUNDO (Destinos de Pesca)


La Pesca en Groenlandia. -
Hay pocos lugares en el mundo donde puedas estar más en paz contigo mismo, que caminando sobre los valles de los ríos de Groenlandia, caña en mano, con kilómetros de río para ti solo y sabiendo que capturarás un buen número de peces antes del anochecer. Ideal para pescadores que quieran experimentar una auténtica aventura en plena naturaleza, en campamentos ubicados en remotos lugares de Groenlandia. El área de pesca se ubica en la zona Sur de Groenlandia, donde la naturaleza es poderosa y hace sentirnos pequeños. No hay ninguna otra especie además del Salvelino Ártico discurriendo por los ríos de Groenlandia, que en mucha cantidad y regularmente durante toda la temporada pueden pescarse con diferentes técnicas, moscas en superficie, streamers, popers, etc., Una pesca realmente atractiva si además le sumamos el tremendo poderío de esta especie.


Mejor época del año para visitar Groenlandia. -
Gracias al clima más cómodo, el mejor momento para visitar Groenlandia es un verano suave y brillante. Un período de junio a agosto es ideal para ver vuelos, observar el sol de medianoche, disfrutar de aguas termales o ver ballenas gigantes. Los inviernos en Groenlandia son helados y casi sinónimo de trineo para perros. Si quieres ver más en un presupuesto más pequeño y evitar a las multitudes, ven a Groenlandia durante la temporada de hombros en primavera y otoño para ver las auroras del Norte y practicar un poco de buceo en hielo.


Hoja de hielo de Groenlandia en Groenlandia. -
Groenlandia es a menudo percibida como un enorme bloque de hielo y nieve. De hecho, casi el 80% de su territorio es de hecho un glaciar. Sin embargo, la misma capa de hielo o tapa de hielo no es monótona o aburrida, — te sorprenderá cuánto color puede revelar. Las paredes de hielo azul y verde, los sitios de los lagos glaciares, así como los ríos que fluyen dentro del hielo, son uno de los paisajes más bellos del mundo.
 

La hoja de hielo de Groenlandia es en realidad el segundo glaciar más grande después de la Antártida, y una de las zonas de senderismo relativamente inexploradas más antiguas. Si usted desea escapar de la civilización, esa es la mejor opción debido a la población escasa y el entorno intacto, pero también no hay conexión a Internet o móvil en la mayor parte de su territorio. Se cree que el glaciar en sí mismo tiene 18 millones de años. Las capas superiores de la edad de hielo de vuelta a 500 a 100.000 e incluso 250.000 años. Es una sensación extraña darse cuenta de que estás en uno de los lugares más antiguos del mundo, donde nada ha cambiado durante millones de años.


La capa de hielo de Groenlandia tiene una superficie de 1,7 millones de kilómetros cuadrados y contiene 2,8 millones de kilómetros cúbicos de hielo. Alrededor del 65% del hielo se encuentra a más de 2.000 m sobre el mar, y sólo un tercio — por debajo del mar. Así, si el glaciar se derritiera, Groenlandia se convertiría en un país en forma de anillo con un enorme lago en medio de él. En cuanto al impacto en el resto del planeta, los menos afortunados habrían sido los países de baja altura, ya que el nivel del mar habría aumentado durante más de siete metros.


Un montón de maneras de explorar el famoso glaciar incluyen viajes en kayak y vuelo en helicóptero. Pero el senderismo no es nada que comparar con. Además de un gran entusiasmo y buenas condiciones físicas, para explorar el glaciar a pie en una expedición, necesitarás un permiso oficial del gobierno.


Pesca en Groenlandia Arctic char y Bacalao. -
Pesca en Groenlandia en uno de los campamentos más exclusivos y con toda clase de comodidades. Situado a 3 horas en embarcación de Narsarsuaq. Mucha abundancia de Arctic char en los lagos de alta montaña y Bacalao en el mar. Destino recomendado para los amantes de la naturaleza en estado puro. Zona sin explotar ni industrializar.
  • Viaje: España – Islandia (ReyKjavik) – Groenlandia (Narsarsuaq).
  • Ubicación: Campamento privado en Groenlandia con toda clase de comodidades: calefacción, cabañas dobles, sauna, baños, ducha etc.
  • Zonas de pesca: en los lagos de alta montaña y mar.
  • Especies: Arctic char en los lagos y bacalao en el mar desde embarcación.
  • Épocas: 15 Julio – 15 Septiembre.
  • Precios pesca Groenlandia: Paquete de 5 días de viaje y 3,5 días de pesca 3.600 €/pescador. Acompañantes: 1.770 €.


Vuelos disponibles martes-sábado, viernes-martes o sábado-martes (está última opción supone un día menos de pesca, pero el precio es el mismo). En el precio está incluido:
  • Recogida en el aeropuerto de Narsarsuaq y traslado al campamento (3 horas en embarcación).
  • Pensión completa incluyendo agua mineral.
  • Alojamiento en el campamento en cabañas de dos personas y cama individual.
  • Equipación de pesca, embarcaciones de pesca, guías, cebos etc. (si quieres no es necesario llevar nada más que tu ropa).


No incluido en el precio:

  • Billete avión (1.500-1.800 € aprox.)
  • Traslado entre aeropuertos de Islandia (150€ aproximado)
  • Estancias antes y después del viaje (no son necesarias).
  • Cualquier bebida que no sea agua natural (se pueden llevar bebidas alcohólicas etc.)
  • Propinas personales: 360 €
  • Cualquier gasto de naturaleza personal.


Pesca desde lagos de alta montaña. -
El campamento se encuentra en una de las pequeñas islas que atravesaremos al ir. Para acceder a los lagos de alta montaña lo haremos primero a través de embarcaciones por mar (20-30 min). El resto del camino se hará andando (20 min). Se puede pescar a cola de rata, con mosca o cucharilla. Se pesca el Arctic char.


Pesca en el mar. -
Se hará con embarcación en las proximidades al campamento. Mediante una sonda controlaremos las zonas donde veamos más actividad y pararemos para pescar. Se pesca el Bacalao.
Nota. - No es necesario llevar equipación de pesca, aunque si aconsejable llevar tu propio chaleco.


Protección para los peces escondidos bajo el Ártico. -
Groenlandia se está calentando. Entre otras cosas, eso significa temporadas de pesca más largas. Entre los icebergs de Ilulissat, hay una fiebre del oro: Barcos de pesca, equipados con maquinaria moderna, levantan cientos de kilos de capturas cada día. "Hay demasiada pesca por aquí, es tan rentable que todos los peces grandes han sido eliminados, ahora pescamos peces más pequeños". Para estar más cerca de los compradores, los pescadores se trasladan de los pueblos costeros a las ciudades. La población de Oqaatsut, asentamiento inuit en la costa oeste de Groenlandia, es inferior a 30 personas. Los perros de trineo, tradicionalmente utilizados para la pesca y la caza en hielo, han quedado diezmados en muchas comunidades. El clima cálido hace que los botes sean más útiles que los perros. "El trineo empezaba en octubre, pero ahora que no hay suficiente hielo, podemos usar botes todo el año".


A medida que el mar se calienta, nuevas especies de peces llegan a las costas de Groenlandia, como la caballa, el arenque, el atún rojo del Atlántico o el bacalao. Pero no todo son buenas noticias. Los pescadores dicen que su captura más rentable -el fletán- es cada vez más difícil de encontrar durante temporada más cálida del año. Aunque los pescadores pueden ahora capturar otros peces, la migración del fletán les sigue afectando: "Al fletán le gusta el agua fría. A medida que los veranos se vuelven más cálidos y largos, se aleja, para quedarse donde hace más frío". En el futuro, la disminución del hielo marino y los cambios en las poblaciones de peces pueden llevar a las flotas pesqueras comerciales a pescar en aguas internacionales desprotegidas alrededor del Polo Norte.


Los científicos hacen sonar la alarma: La pesca no regulada podría destruir el mal estudiado ecosistema del Océano Ártico Central, donde los peces pueden ser muy escasos y muy importantes para que otros animales sobrevivan. Para evitar la amenaza inminente, la Unión Europea reunió a todas las partes involucradas en Ilulissat para prohibir toda la pesca comercial en alta mar en el Ártico durante al menos 16 años. Este histórico acuerdo internacional fue firmado por la UE, Canadá, China, Dinamarca - con respecto a Groenlandia y las Islas Feroe -, Islandia, Japón, la República de Corea, Noruega, Rusia y los Estados Unidos. Juntos, estos partidos representan el 75% del PIB mundial.


En virtud de este acuerdo jurídicamente vinculante, la zona del Ártico Central, aproximadamente del tamaño del Mar Mediterráneo, permanecerá fuera de los límites de las flotas pesqueras, al menos hasta que los científicos confirmen que se puede pescar allí de forma sostenible. En la Universidad Ártica de Noruega en Tromsø, el profesor Tore Henriksen dirige el Centro Noruego para el Derecho del Mar: "Este acuerdo refleja el enfoque de precaución. Cuando se tiene poca o muy inadecuada información se debe actuar con cautela. Y sólo regular, y adaptar la regulación, de acuerdo a la información que tengas. Antes, empezabas a pescar y luego lo regulabas. Pero si llegamos a esa etapa, podría ser demasiado tarde".


El futuro de la prohibición dependerá de los resultados del consorcio científico dirigido por la profesora Pauline Snoeijs Leijonmalm, que dirige un equipo de investigadores europeos en la expedición MOSAiC - un año de trabajo silencioso sobre el hielo en el Polo Norte: "Normalmente, cuando el barco se mueve a través del hielo, no se obtienen buenos datos acústicos, porque el rompehielos hace demasiado ruido. Ahora tendremos un año entero de buena acústica, ¡y es un sueño!". Además de utilizar un sonar, los investigadores apoyados por la UE grabarán vídeos con una cámara de aguas profundas, tomarán muestras de ADN ambiental a distintas profundidades y, por primera vez, capturarán algunos peces del Ártico Central, para comprender mejor toda la red alimentaria de la región polar.


"Podremos analizar su estómago, sus isótopos estables, sus ácidos grasos, nos hablará de la salud del pescado, y de dónde viene, porque el pescado migra, así que tendremos mucha información, sólo con tener un pez en nuestras manos", explica Leijonmalm. Los descubrimientos de esta y futuras expediciones dirán si la pesca en el Océano Ártico Central puede realizarse de forma sostenible, o si este debe permanecer intacto durante las próximas décadas.


El futuro de la pesca fluvial recreativa. -
El cambio climático sobrecalienta las corrientes frías en las que viven truchas, salmones y otros peces de agua dulce, asestando un duro golpe a los aficionados a la pesca. El Middle Fork nace en los parajes altos y pedregosos de Montana occidental, cerca de la Gran Divisoria de América del Norte. Antes de unirse al río Flathead, recorre decenas de kilómetros de naturaleza virgen recogiendo las aguas de deshielo del paso de Muskrat, de la montaña Slippery Bill y de media docena de arroyos mientras se va convirtiendo en uno de los cursos fluviales más emblemáticos del Oeste americano.
 

Era una mañana de verano, la temperatura iba subiendo y las aguas se enroscaban como un gato en torno a las piernas de una mujer de baja estatura que se protegía del sol con gafas polarizadas y una gorra de visera en la que llevaba prendidas sus moscas de pesca. Hilary Hutcheson es guía de pesca con mosca y una activista climática que imparte charlas por todo el país. La temporada estival de pesca en el oeste de Montana es breve –vale decir frenética–, y a finales de julio su voz, algo ronca de por sí, sonaba como si saliese de unos viejos altavoces. «Es un no parar y todos los guías estamos un poco histéricos –me dijo–. Apenas dormimos y no aflojamos el ritmo en todo el día. Ya dormiremos en diciembre». Pese a todo, cualquier oportunidad de meterse en el río la ponía de buen humor. Empujó el bote al agua y tomó los remos, enfilando la proa hacia la corriente.


En otoño, la trucha de arroyo se prepara para desovar en un riachuelo del noroeste de Virginia. Este es el pez emblema del estado, pero el cambio climático amenaza su hábitat. El día era luminoso y cálido y las orillas, playas de guijarros del mismo color rosa pálido y verde descolorido que las iglesias antiguas. El río guardaba como en un joyero las piedras, el cielo y los peces que contenía. Hutcheson, de 44 años, se crio aquí, en los ríos de la región del Flathead. Los conoce como nadie. A cada rato apartaba el bote de la corriente, echaba el ancla y proponía que estudiásemos el agua para entender lo que nos contaba sobre la zona en que una de sus hermosas truchas degolladas se había detenido a alimentarse. Solo entonces me indicaba que lanzase el sedal. En un día así, con cerveza fría en la nevera portátil y el ambiente cargado de optimismo, costaba creer que algo pudiese ir mal.


Pero el Middle Fork está cambiando. Los glaciares y el manto nival del vecino Parque Nacional Glacier, que aportan al río aguas frías y claras durante todo el verano, están menguando. Los cursos de agua ya no son lo que eran. Los clientes están pescando más peces híbridos que nunca. Todo esto ya era evidente cuando pasé un tiempo con Hutcheson en 2019, pero el verano pasado acabó siendo uno de los más complicados hasta la fecha para los peces de agua fría del Oeste. De California a Montana, estados enteros vieron cómo una primavera cálida y seca se llevaba por delante unas nieves exiguas. Muchos lugares registraron máximas de récord a finales de junio. Los peces lo acusaron.


Chad Brown enseña a Stephen Green (en primer término) a pescar con mosca en el río Clackamas, cerca de Portland, Oregón. Brown dirige Love Is King, una organización que empodera a las personas racializadas para que se sientan a gusto en la naturaleza. En Idaho, el caudal bajo y las altas temperaturas obligaron a cerrar la Reserva de Silver Creek, una truchería mundialmente famosa en la que pescaba Ernest Hemingway. En Montana, varios ríos trucheros implantaron la llamada «veda del búho», que prohíbe pescar entre las 2 de la tarde y la medianoche para evitar a las truchas el estrés de ser capturadas y liberadas en las horas de más calor. En el Flathead, una de las amenazas más graves que supone el cambio climático para los peces es de índole genética: las especies introducidas están cruzándose con las truchas degolladas nativas, una hibridación que se ha visto favorecida por las alteraciones en los cursos fluviales. Si eso no se controla, podría significar el fin de la población de degolladas y por ende la aniquilación de una estimadísima pesquería estadounidense.


Un equipo de la organización Trout Unlimited drena el Upper Independence, un arroyo de la Sierra Nevada. Para preservar una rara población autóctona de trucha degollada de Lahontan, sacrifican intrusos: híbridos con genes de trucha arcoíris. Hasta los años sesenta, California poblaba el cercano lago Independence con esta especie foránea. Cuando hablamos de la crisis climática, solemos centrarnos en los cataclismos que genera: Groenlandia se derrite, un barrio residencial de Denver es pasto de las llamas en pleno diciembre… Y otros cambios más sutiles que se cuelan en nuestra vida cotidiana quedan eclipsados. Uno de ellos es el calentamiento de los lagos, ríos y arroyos de agua fría del planeta.


A medida que sus aguas suban de temperatura, muchos peces se verán en aprietos. Y con ellos, quienes los pescan. Ya está pasando. Habrá quien piense que no es para tanto. Pero lo cierto es que la pesca fluvial siempre ha sido algo más que un pasatiempo. Es un campamento de verano. Es pasar el sábado en compañía de un amigo, o de una hija. Para millones de personas, es una forma de sentir que la naturaleza coletea en la palma de su mano. Para muchas familias, es un arte que se transmite de generación en generación, una tradición hecha con mimbres de sabiduría, atada con sedal de 4,5 kilos de resistencia y un nudo palomar. «Ahora sé que muchos pescadores no solo van en busca de peces», escribió Ota Pavel en las memorias sobre su infancia en Checoslovaquia, Cómo llegué a conocer a los peces.


Kalispell, en Montana, es la puerta de entrada al Parque Nacional Glacier y a algunas de las mejores zonas del mundo para la pesca con mosca en el río Flathead. Las actividades al aire libre reportan a la economía de Montana unos 2.000 millones de dólares al año. La trucha arcoíris abunda en los ríos del estado, pero no es una especie autóctona, sino introducida. DERECHA: La guía de pesca con mosca Hilary Hutcheson (en el centro) y sus hijas Ella (a la izquierda) y Delaney posan en el Middle Fork, afluente del río Flathead, cerca de su casa en Montana. Constatar los efectos del cambio climático sobre el río empujó a Hutcheson al activismo. Ahora ha instado a las autoridades gubernamentales a abordar el problema.


Hay muchas maneras de pescar. Hutcheson lo hace con mosca, seguramente la modalidad más elegante y, al mismo tiempo, la más ridícula. Pescar con mosca significa tratar de engañar al pez lanzando un insecto artificial del tamaño de una pelusilla de bolsillo, consiguiendo que caiga al agua de forma apetitosa, en el punto exacto, con unos movimientos de caña que se tarda años en perfeccionar y que en un segundo pueden enmarañar el sedal. Es perfecta para las personalidades obsesivas, si es que no las crea. Aquella mañana en el Middle Fork, Hutcheson dijo que los peces híbridos no serían un problema. Que no nos los encontraríamos río arriba. Lancé el sedal. El primer pez que picó era un híbrido.


Truchas en apuros. -
El cambio climático está calentando arroyos y lagos en la mayoría de los estados de Estados Unidos, agravando la sequía y reduciendo el manto de nieve de las montañas del Oeste. Pero lo que perjudica a las truchas autóctonas ha resultado ser una ventaja para los peces invasores, muchos de los cuales prosperan en unas aguas que se calientan con rapidez. En todo el mundo hay más pescadores de recreo que profesionales: solamente en los países desarrollados, al menos 200 millones de personas practican esta afición. A los estadounidenses les encanta: alrededor de uno de cada seis cogió la caña de pescar en 2021. La mayoría la lanzó a alguno de los lagos, ríos y arroyos del país. La pesca recreativa en aguas interiores cimienta la economía de pequeñas poblaciones como Ennis, en Montana, o Maupin, en Oregón, moviendo unos 30.000 millones de dólares en gastos directos anuales solo en Estados Unidos.


Sin embargo, en todo el mundo la extinción de peces de agua dulce durante el siglo XX fue el doble de rápida que la de otros vertebrados. En América del Norte, apunta un estudio de 2008, casi el 40 % de los peces de agua dulce corren peligro: 700 especies, casi el doble que apenas 20 años antes. ¿Por qué? Hemos excavado los ríos para hacer que discurran rectos como un acueducto. Hemos talado laderas, pavimentado orillas y urbanizado riberas, llenando los ríos de lodo y contaminación. Hemos introducido peces foráneos que desplazan a los autóctonos. Y ahora llega el cambio climático para asestar otro golpe. El cambio climático está ensañándose con muchos peces de agua dulce, directa e indirectamente. A medida que aumenta la temperatura del aire, los ríos y arroyos se calientan. A veces las aguas se caldean tanto que los peces simplemente no las toleran; en otros casos el calor los expone a enfermedades o a patógenos.


Hannah Clifford, miembro del Cuerpo Juvenil del Noroeste, escudriña un afluente del río Grande Ronde, en Oregón, mientras construye una falsa presa de castor. La organización Trout Unlimited, con la que colabora, pretende ralentizar el flujo de agua en este arroyo para que los salmones y las truchas arcoíris acudan a desovar. En Estados Unidos y otros lugares, las nevadas invernales que acumulan en las montañas reservas de agua para alimentar ríos y arroyos el resto del año están dando paso a unas lluvias efímeras.
 

En invierno empieza a nevar más tarde; en primavera, la nieve se derrite antes; en el norte de las Rocosas, donde vive Hutcheson, el pico de deshielo ha venido registrándose semanas antes de lo acostumbrado. Menos agua en el río significa menos espacio vital para los peces, un límite en toda regla a sus poblaciones. En todo el país, pero especialmente en el Nordeste y el Medio Oeste, se suma un problema adicional: cae mucha más lluvia concentrada en aguaceros violentos que se llevan por delante los huevos y los alevines.


Las especies preferidas en la pesca recreativa que viven en aguas dulces y frías –luciopercas, truchas, salmones, peces blancos de montaña, por nombrar algunas de las más populares– se llevan la peor parte. Pensemos en la trucha de arroyo, con su dorso oliváceo garabateado de runas y sus flancos moteados. Se prevé que en 2050 habrá desaparecido de casi el 70 % de los 34.000 kilómetros de ríos y arroyos de Wisconsin que hoy habita. En el sur de los Apalaches, su hábitat se restringirá a cotas cada vez más altas en busca de las aguas más frías, pero tarde o temprano no podrá subir más. Con el tiempo, Virginia puede perder su pez estatal. Las luciopercas son una de las piezas más populares de la pesca recreativa en Wisconsin; en 2090, no podrán sobrevivir en el 35-75 % de los lagos del estado en los que hoy habitan. Hasta la trucha arcoíris, una de las especies más utilizadas en las repoblaciones, podría sufrir una merma sustancial de sus aguas habitables en el Medio Oeste y también en el Oeste.


En este vídeo, elaborado con la técnica de time-lapse, los miembros de la organización Trout Unlimited y el programa Cuerpo Juvenil del Noroeste plantan árboles y construyen una presa de castores en Sheep Creek, un afluente del río Grande Ronde, en el nordeste de Oregón. Matthew Gilbertson.


Hutcheson aún recuerda el día en que, siendo niña, el tío de una amiga le puso en las manos una caña para la pesca con mosca y atrapó su primera trucha degollada en el Middle Fork. Su hermana y ella no tardaron en aprender por su cuenta. Entonces llegó 1992 y el estreno de la película El río de la vida, basada en la ya clásica novela de Norman Maclean sobre la pesca en Montana y los lazos familiares. Todo el país se volvió loco por la pesca con mosca, o al menos por el joven Brad Pitt y su camisa mojada. Las hermanas se convirtieron en unas de las primeras guías de pesca femeninas de la zona. Hoy Hutcheson es propietaria de una tienda de moscas en Columbia Falls, el pueblo ribereño de Montana donde creció. Escribe sobre pesca, a menudo desde un prisma conservacionista. Trabaja de guía unos 120 días al año y pesca profesionalmente en el mundo entero. Pero vaya donde vaya, me confesó, siempre está deseando volver a casa para pescar sus degolladas. Es un pez especial, me dijo. «Tira, pelea, corre».


Clint Muhlfeld, experto en ecología acuática, ha descubierto que el cambio climático está contribuyendo a que la trucha arcoíris se propague río arriba y se cruce con la trucha degollada moteada autóctona. En los híbridos «se observa una radical disminución de la eficacia biológica –dice–, algo sumamente preocupante».


Teniendo en cuenta la enorme cifra de aficionados que ven alterados sus lugares de pesca favoritos, cabría esperar que se les oyese protestar contra el cambio climático. Y protestan, pero muchos han tardado en ponerse en marcha. Hutcheson lleva prestando atención al tema desde que fue a la universidad. Siendo una joven guía, asistía con frustración a los cambios que experimentaba el río y la inacción de los políticos. Muéstraselo a los que mandan y denuncia lo que hay, le dijeron sus hermanos. Les hizo caso. Ha viajado varias veces a Washington D.C. para concienciar al Congreso y la Casa Blanca en favor de Protect Our Winters, un grupo formado por más de 200 profesionales del atletismo, el arte y otros ámbitos cuya labor se ve afectada por el cambio climático. 


Describe los cambios que aprecia en los ríos y los efectos que obran sobre su pueblo natal. «Me preocupa la gente que perderá el empleo, su forma de ganarse la vida y su felicidad a medida que este sistema se derrumba», declaró ante una comisión de congresistas en 2019. El año anterior unos incendios forestales gigantescos habían arrasado el Parque Nacional Glacier y alrededores, impidiendo a Hutcheson acercarse al río durante nueve días. «Si nos cierran el acceso durante la época de incendios, que es el mejor momento de mi temporada de pesca con mosca, puedo dejar de ingresar lo que me cuesta dar de comer a mi familia durante todo el invierno», me dijo. Los negocios de su pueblo que en momentos como ese siguen haciendo caja son en primer lugar los que despachan bebidas alcohólicas.
 

Unos pescadores noveles viven la experiencia de vadear el lecho rocoso de un río durante una excursión organizada por Love Is King en el Clackamas. La organización se fundó en 2020 desde la convicción de que «la libertad de vagar por la naturaleza es un derecho humano básico», algo que a menudo se ve obstaculizado por el racismo y los bajos ingresos.


Estas inquietudes la llevaron a conocer bien la labor de Clint Muhlfeld… y una amenaza indirecta que el cambio climático está proyectando sobre su amado río y sus especies autóctonas. Muhlfeld es ecólogo acuático del Servicio Geológico de Estados Unidos. El mercurio superaba los 30 °C el día que él, Hutcheson y yo nos montamos en coche y pusimos rumbo al North Fork, en el límite occidental del Parque Nacional Glacier. Este tributario del Flathead discurre a través de una vasta llanura aluvial tapizada de guijarros, dibujando un curso nuevo cada primavera. A lo lejos, los picos abruptos del Glacier se veían espolvoreados de nieve en pleno verano. Muhlfeld, un hombre enjuto que lleva una trucha toro tatuado en el tobillo, se colocó en la proa del bote, caña en mano. «Estamos en el frente mismo de la invasión», dijo cuando Hutcheson empujó el bote al agua.


A lo largo de varias décadas se han soltado unos 200 millones de truchas arcoíris en los ríos y lagos de Montana, 20 millones en el sistema del Flathead. Se repoblaba todo el Oeste para potenciar las pesquerías recreativas. El arcoíris, nativa sobre todo de los arroyos costeros del norte de la cuenca del Pacífico, salta a gran altura cuando muerde el anzuelo, y es un bocado delicioso, por lo que muchos pescadores todavía se alegran de pescarla. Pero hay un problema: se reproduce con las 12 subespecies de trucha degollada, que en su mayoría –como es el caso de la trucha degollada moteada que se pesca en el Flathead– son nativas de las aguas interiores del Oeste. Actualmente la degollada ocupa menos del 10 % de su hábitat histórico. Esa pérdida de territorio y la hibridación son las claves de su decadencia.


El Servicio de Pesca y Vida Salvaje de Estados Unidos se niega a declarar especie en peligro a la trucha degollada moteada, alegando que una degollada con más de un 20 % de genes de arcoíris sigue siendo degollada. Muhlfeld y sus colegas decidieron verificar esa premisa. El resultado los dejó de piedra: con tan solo un 20 % de genes de arcoíris, la «eficacia biológica» (cuantificada como la supervivencia de su descendencia) de la degollada se reduce como mínimo a la mitad.


El hidrólogo del Servicio Geológico de Estados Unidos Brandon Overstreet registra el caudal y la temperatura del río Donner und Blitzen durante una intensa sequía el año pasado. Una cámara montada en la vara documenta el aspecto del paisaje.


Mientras el bote flotaba, me las apañé para pescar un pececillo. Hutcheson lo recogió con la red y se lo enseñó a Muhlfeld, quien hizo que nos fijásemos en la distintiva banda roja bajo la mandíbula, el vientre rosado –señal de que había desovado ese año– y las densas motas por encima de la línea lateral, un órgano sensorial que le recorre el cuerpo de la cabeza a la cola. «Una Oncorhynchus clarkii lewisi –dijo–. Probablemente sea una trucha degollada moteada pura». Tiene los genes, las características adaptadas, que la hacen ideal para sobrevivir y resistir en su zona, como lleva haciendo desde la última glaciación. Como especie, la trucha degollada ha soportado períodos aún más cálidos que el actual. «Una preciosidad», dijo Muhlfeld, y devolvió el pez al río.


Al rato volví a tener suerte. Muhlfeld echó un vistazo a la red y me hizo ver que la banda roja de aquel pez era más tenue y que tenía motas tanto por encima como por debajo de la línea lateral. «Seguramente sea un híbrido de bajo nivel», dijo; en otras palabras, una degollada con un toque de arcoíris. La hibridación es un problema tanto para los peces como para la pesca, añadió. Los híbridos no están tan adaptados a su entorno ni se adecúan a los cambios con tanta agilidad. Durante muchos años el problema estuvo más o menos contenido. Las truchas arcoíris apenas se movían de las zonas de introducción, los cursos bajos del sistema del Flathead. Su desove primaveral es anterior al de la trucha degollada, y la gran cantidad de agua de escorrentía en la primavera arrastraba sus huevos, creen los científicos.


Pero el cambio climático ha desbaratado esa ecuación. La mayor frecuencia de los períodos en que los ríos bajan con poca agua parece estar favoreciendo que la trucha arcoíris introducida se ex--panda río arriba y se cruce más a menudo con los peces autóctonos. En una zona, ese intercambio genético se multiplicó por diez en 30 años, descubrieron Muhlfeld y sus colegas. A principios de este siglo, cuando el Flathead registró unos caudales primaverales espectacularmente bajos, la hibridación pareció dispararse. La previsión es que, a medida que cambie el clima, cada vez sean más frecuentes lo que antaño fueran años excepcionales. Y cada uno de ellos supondrá una inyección de híbridos menos aptos. En pocas palabras, estos peces de calidad inferior lo tendrán más difícil para sobrevivir. Es posible que haya menos peces en el río, dijo Muhlfeld. Además, estos híbridos no son tan aguerridos ni tan divertidos de pescar, apuntó Hutcheson. No son buenas noticias para los amantes de los peces y de la pesca, añadió, y devolvió mi captura al río.


Joseph Metzler, nadador de rescate de la Guardia Costera ya jubilado, pesca con arpón en el río Coquille de Oregón; su presa es la perca americana de boca pequeña, una especie introducida que compite con los peces nativos y que hace poco ha sido declarada apta para su extracción. La perca americana prospera en aguas cálidas.
 

La pesca no se acabará con el calentamiento de los ríos y lagos, pero se resentirá mucho en ciertos lugares y se transformará de plano en otros. A medida que retrocedan peces como la trucha, a menudo ocuparán su lugar la perca americana de boca pequeña u otras especies que toleran aguas más cálidas. Quizás esas especies, al ser más comunes y estar más extendidas, no atraigan a tantos pescadores ni reporten tantos ingresos. Además, cuando los peces autóctonos son sustituidos por los mismos que hay por todas partes, incurrimos en otra pérdida: el mundo se vuelve más gris y más pobre, y los paisajes son cada vez más indistinguibles.


En Fishing Through the Apocalypse, el conservacionista Matthew Miller advierte a los lectores de no envolver de romanticismo una afición que creen conocer. ¿Saben esa trucha arcoíris que en El río de la vida describe un precioso arco sobre un maravilloso paisaje de Montana? Pues está ahí porque la pusieron unas manos humanas. En la mayoría de los lugares, hace mucho tiempo que pescar no es una experiencia de comunión con una naturaleza virgen. Pensemos en el pescador moderno que se pasa horas al ordenador para averiguar en qué fecha llegará el camión cisterna de la agencia de vida salvaje de su estado para verter en el lago de su pueblo una remesa de peces de criadero: eso también es pesca. Y también es comunión con la naturaleza. Quizá lo veamos cada vez más en el futuro.


Muchos de los científicos con los que hablé expresaban un sorprendente optimismo acerca de lo que podemos hacer para ayudar a sobrevivir a los peces de aguas frías. En el sistema del río Flathead, por ejemplo, las agresivas medidas adoptadas por las autoridades tribales, estatales y federales para frenar la expansión de los peces introducidos han logrado poner coto a esa amenaza hasta el día de hoy, me dijo Muhlfeld. Además de erradicar los peces foráneos e híbridos, se han desenterrado lechos de desove de la trucha arcoíris y colocado barreras en algunos arroyos para proteger a los peces puros de los intrusos. La desventaja de estas medidas es que tal vez tengan que mantenerse sine die.


En teoría, también cabe la posibilidad de enfriar los arroyos y los ríos, aunque aumente la temperatura del aire. El río John Day, en el nordeste de Oregón, alberga la mayor población salvaje de salmón real, una especie amenazada, de la cuenca del río Columbia. La tala de la antigua vegetación ribereña es la explicación principal del calentamiento del agua del John Day, que permitió a la perca americana de boca pequeña invadir la cuenca superior. Es posible que a finales de este siglo haya desplazado por completo al salmón real.


Pero en un estudio de 2019 se estimaba que proyectar sombra sobre un tramo de 37 kilómetros del curso alto del río con bosque nativo maduro reduciría la media de la temperatura máxima diaria del agua nada más y nada menos que 8 °C. Huelga decir que eso significa arbolar 37 kilómetros de orilla y esperar años a que los árboles den sombra. Pero estos proyectos de reforestación ya están en marcha en el John Day y en todo el Oeste. «Hemos resuelto problemas de conservación que parecían irresolubles –subraya Miller desde Nature Conservancy–. Lo malo es que muchas veces esperamos hasta que las cosas se han puesto verdaderamente feas, y al final ponemos en marcha planes a la desesperada como estos».


Existe otro motivo para la esperanza: la posibilidad de que los peces logren adaptarse a un mundo cambiante. Un estudio de 2011 sobre los salmones rojos de ocho poblaciones de la Columbia Británica que remontan más de 1.100 kilómetros de cursos del sistema del río Fraser descubrió que, pese a no apreciarse a simple vista, habían desarrollado adaptaciones para emprender migraciones con longitudes, intensidades y temperaturas del agua radicalmente distintas. Si conseguimos ganar algo de tiempo para los peces, quizás ellos logren adaptarse y resistir en este mundo que estamos creando los humanos. Alguna que otra vez necesitarán un empujoncito: Muhlfeld y sus colegas han cargado truchas toro en la mochila para llevarlas a cotas más elevadas del Glacier, ayudándolas a encontrar las aguas más frescas a las que no pueden llegar por sí mismas.


Aun así, lo más habitual será que ayudar a los peces pase por alterar sus hábitats lo menos posible. Sabemos, por ejemplo, lo que necesitan las truchas degolladas del Flathead: «Hábitats fríos, limpios, complejos y conectados», dijo Muhlfeld. Que estén conectados es crucial. Las degolladas del Middle Fork son primas de las del North Fork, pero genéticamente son distintas. Cualquiera de ellas podría albergar la sabiduría genética capaz de ayudar a la especie a prosperar en el futuro, siempre y cuando el río siga permitiendo que sobrevivan y se crucen. Cuando la prensa nos arroja a diario titulares catastróficos, que se pierda nuestro lugar de pesca favorito –o que desaparezca un pez de un río concreto– puede parecer una nimiedad. Pero que este sea el mundo que nos estamos ganando no es poca cosa: un mundo que estropea, cuando no elimina, nuestros pequeños placeres. Esquiar sobre la nieve. Patinar sobre el hielo de un lago. Cultivar una huerta. Observar aves. Pescar.


Un día, mientras nos dejábamos llevar río abajo, pregunté a Hutcheson si no la embargaba el pesimismo al saber que las cosas todavía podrían ponerse más feas. Desechó la idea con un gesto de la mano. Aún quedaba tiempo. Su misión era conseguir que la gente actuase. «Seguimos intentándolo. Una y otra vez –dijo–. Por ahora estamos vivos y, para mí, estar viva significa intentarlo». Al fin y al cabo, la pesca es el ejercicio de la esperanza. Es la creencia de que, por muy cortos que nos hayamos quedado hoy de nuestro objetivo, la próxima vez nos saldrá mejor. Hutcheson ató otra mosca en el anzuelo de mi caña. Levó el ancla, cogió los remos y nos devolvió al abrazo del río. Y me animó a lanzar el sedal.


Esta es una lista de ríos de Groenlandia.

La costa este
  • Borglum (río más grande)
  • Gudenelv
  • Marrakajik (río Schuchert)
  • Primulaelv
  • Río Zackenberg

Costa Oeste

  • Akuliarusiarsuup Kuua
  • Isortup Kuua
  • Isuitsup Kuua (Igassup Kuua)
  • Río Kapisillit
  • Majorqaq
  • Minturn Elv (río Minturn)
  • Pinguarsuup Alannguata Kuussua
  • Qinnguata Kuussua
  • Rode Eleve (río amarillo)
  • Sarfartooq (río Sarfortok)

Punta sur

  • Río Kangia
  • Río narsaq
  • Narsarsuaq (río Narsarssuak)
  • Río Tosuut


Pesca fluvial en Groenlandia. -
Durante cientos de años, todos los pescadores de verano preparan su equipo para una corta temporada de pesca de la char ártica en los ríos de Groenlandia. Uno de los mejores lugares para pescar en Groenlandia es la parte occidental del país alrededor de Sisimiut, Maniitsoq, y Kangerlussuaq, donde encontrará dos docenas de ríos llenos de char migrando desde el mar para reproducirse. Una guía de pesca experimentada que conoce este desierto le ayudará a encontrar los mejores lugares para la pesca con mosca y pesca con un spinner y sacar el máximo provecho de esta actividad desafiante pero divertida y satisfactoria. Todos los destinos para la pesca de la char en Groenlandia son generalmente accesibles sólo desde el agua o el aire. Además, ten en cuenta que tienes que tener una licencia de pesca en este país, y sólo puedes tomar pescado que puedas comer el resto de tus capturas tiene que ser liberado.
 

Pesca con mosca en Groenlandia. -
Los pescadores con mosca están constantemente abriendo nuevas rutas en la búsqueda para su próxima gran aventura. No hace mucho, al menos para la mayoría de los pescadores con mosca, Groenlandia era tan grande, blanca y oscura. Una isla en la parte superior de su cartel del mapa mundial, marcado como territorio desconocido. Todavía lo es hasta cierto punto. Pero para un número cada vez mayor de pesca con mosca viajeros, este es el próximo destino soñado.


En cada marea, todos los días, durante la corta temporada de julio a septiembre, el pescado fresco ingresará al río. A veces en pequeños grupos, pero más a menudo en grandes corridas. A través del agua clara de ginebra, los ves moverse a través de las partes poco profundas del río. Más arriba, los encontrará descansando en algunas de las piscinas y mentiras más profundas: estos poderosos árticos son peces fuertemente que han dejado atrás el reino salado en el mar, donde se han atiborrado de camarones y peces. Ahora, de repente se encuentran inmersos en agua dulce rica en oxígeno, listos para algún encuentro pesquero inminente que asegurará otra generación de estas magníficas criaturas.
 

Todos hemos escuchado historias de los viejos tiempos: las reservas de salmón de Terranova en los años cincuenta, cuando Lee Wulff balanceaba sus moscas secas a través de piscinas llenas de peces. La migración del sábalo en los Cayos de Florida fue de diez a veinte veces mayor de lo que es hoy.


Pesca deportiva en Groenlandia. -
La pesca recreativa en Groenlandia no comenzó con la pesca con mosca basada en la captura y la liberación, sino con artes de hilado y, en gran medida, muchas capturas y matanzas. Todavía recuerdo algunas historias publicadas en revistas de pesca danesas hace más de treinta años con imágenes de grandes cantidades de moderate-sized arctic char de tamaño moderado atrapadas en ríos de glaciar de colores cristalinos. Los escritores posaban felices con diez, quince o incluso más peces muertos en la orilla.


Ese tipo de pesca podría haber sido interesante en ese momento, pero a medida que un número creciente de pescadores de truchas se dedicaron a la pesca con mosca, el número de peces más pequeños aumentó y estos ríos perdieron su encanto. La infraestructura en Groenlandia siempre ha sido limitada. En el pasado, la gente pescaba ríos al alcance inmediato. Y los ríos solían ser relativamente corto con solo unas pocas piscinas de pesca. Las piscinas o pools, a menudo contenía cientos de peces. Estar cerca para la civilización, pudieron ser capturados con facilidad durante décadas y, como resultado, el tamaño promedio del char se había reducido a un par de libras.


La pesca con mosca en Groenlandia realmente despegó hace una década cuando los miembros del personal de Getaway Fly Fishing exploraron un par de diferentes ríos al norte y al sur de Sisimiut, segunda ciudad más grande de Groenlandia y hogar de alrededor de 5000 personas. Acá los ríos eran más largos y anchos, y corrían a través de lagos entrelazados. Además, eran lo suficientemente remotos como para no para ser alcanzados con facilidad, lo que significa que el tamaño promedio de la char fue mucho mejor. Los exploradores más bien eufóricos enviaron informes de ríos llenos de char con un promedio de 55 a 60 centímetros con un montón de peces que superan los 70 centímetros y algunos pasaban de 80 cm.


Como el salmón, el char ártico no se alimenta en agua dulce, sino que ataca por agresividad. Pescar presentando moscas tipo streamers siempre es súper efectivo; descubriras que nada es más divertido en esta pesca que patinar grandes moscas de espuma en la superficie. Con frecuencia, el char se levantaba justo detrás de las moscas perseguirlas hasta la mitad del río antes de, finalmente, romper la superficie con la boca abierta fuera del agua y envolviendo la mosca a una o dos cañas de distancia. Encontraras la pesca con mosca en el cielo.


Campamento de búsqueda norte. -
Aquí está la historia de cómo todo se pasó:
 

En 2006, mientras ya estábamos llevando a cabo un programa de pesca con vuelo muy popular en el río Erfalik y el río Napiarissat (hoy conocido como Camp Sur), todavía estábamos ocupados explorando. Hasta ahora, no habíamos encontrado nada lo suficientemente interesante como para considerar la ejecución de un programa de una semana y estábamos contentos con lo que ya habíamos encontrado. Al menos hasta que hemos oído los rumores:


Todos los pescadores saben que los peces siempre son más grandes donde aún no has pescado. Sobre todo, si no puedes pescar allí. Cuando empezamos a escuchar historias sobre un río al norte de Sisimiut que tenía una carrera de personajes del ártico inusualmente grandes – pero también estaba cerrado para la pesca durante un período de cinco años – lo tomamos con un grano de sal. Luego hemos oído más historias, esta vez con una o dos fotos en la mezcla, y pronto estuvimos en el punto en el que se iba a tomar más de una pizca de sal para aguanta.


Nos hemos puesto en contacto con el departamento de pesca, lo que sugiere que deben darnos permiso para una breve expedición de pesca. Mientras que nadie parecía saber la razón exacta por la que algunos biólogos habían propuesto una prohibición de cinco años de pesca en este río, significaba que tenían que seguir la prohibición. Lo que significa, no podíamos ir antes de las 2009.


Hemos aterrizado en la boca del río tarde por la noche a principios de julio. Hemos montado nuestra tienda de campaña lo más rápido posible, y luego pesca hasta alrededor de las tres de la mañana. Con sólo un char aterrizó, esto no se vio demasiado prometedor! Después de una buena, pero corta, noche de sueño, caminamos de vuelta a donde habíamos dejado el río más temprano esa mañana. Seguimos pescando nuestro camino arriba, y poco después de empezar a entrar en algunos peces. Linda y muy bien construidos. ¡Cuanto más allá llegamos, más peces hemos encontrado!


Hoy, sabemos que los personajes no se paran a descansar en el río inferior, pero en ese entonces, hasta que encontramos las primeras piscinas, nuestra primera impresión fue que este encantador río estaba casi libre de peces. Por suerte, los próximos días han demostrado que estamos equivocados. Hemos pillado a un montón de personajes muy bonitos, recién salido del océano, incluyendo un par de grandes entre 5 y 6 kg. Esto ha sido mejoró muchas veces en el campamento norte desde entonces, pero en ese momento fue un cambio de juego. Y todavía no sabemos de otro río en Groenlandia que de forma constante se producen chars de estas proporciones.


Dato curioso: el tiro del valle del río Eqalugsugssuit, con el legendario pescador danés Claus Eriksen teniendo todo el río para sí mismo, ha sido publicado varias veces a lo largo de los años. Este es exactamente el trabajo duro que se ha hecho para hacerlo: Después de nuestro último día de exploración, estaba caminando de vuelta hacia el campamento en la boca del río, listo para romper antes de que el barco llegara para nuestra recogida. Me he parado a tomar una copa de un arroyo mientras tenía una última vista del río. ¡Qué río, y qué pesca tan loca habíamos experimentado!

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