ARTICULOS MARINOS


Coleccionar conchas es una actividad gratificante que contribuye a aumentar nuestro conocimiento sobre malacología y a a enriquecer nuestra colección de historia natural sin dañar la naturaleza. A los coleccionistas de conchas les gusta adquirir ejemplares grandes y exóticos que, por su espectacularidad enriquecen cualquier colección y adornan cualquier estantería. Es perfectamente legítimo, pero te recomiendo que empieces por recoger, reconocer e identificar las de tu país.


Los moluscos son animales de cuerpo fofo y blando a los que poco tendría que admirárseles, si no se alojaran en el interior de sus conchas, las que construyen derrochando arte en la forma y el colorido que las ornamentan, para alcanzar una rara y extraordinaria belleza. Los más bellos efectos los muestran en la parte externa decorada de tal modo que representa verdaderas obras de arte que la naturaleza brinda al naturalista, quien encuentra en ella el estimulo para su paciente trabajo de recolecta, clasificación y estudio y, al coleccionista, el reto para descubrir a las más hermosas.

  
Aunque son muchas las bellezas que adornan su exterior, también su interior presenta grandes atractivos, como el estar tapizado de un delicado nácar que ofrece reflejos cambiantes con toda la variedad de matices que se pueda imaginar. Esto hace que los coleccionistas de conchas y los biólogos especialistas en el estudio de estos animales, las busquen con más interés caminando en la arena y al descubrirlas experimenten gran júbilo y satisfacción, por lo que cada día es mayor el número de buscadores y coleccionistas de conchas de moluscos.

  
Después de los insectos, el grupo más extendido sobre el planeta es el de los moluscos, que se localizan lo mismo en la copa de los árboles que en las profundidades abisales marinas. A pesar de la belleza y diversidad de las conchas de algunas especies terrestres, las aguas oceánicas son el principal hábitat de los moluscos, siendo allí donde se encuentran los más notables ejemplares. Actualmente constituyen uno de los grupos de animales vivientes más ampliamente colectados, estudiados, intercambiados, comprados y vendidos en todo el mundo.

  
Este grupo está formado por seis grandes clases, de las cuales tres son las más abundantes y conocidas: los gasterópodos, que comprenden a los caracoles, caracterizados por desplazarse sobre un pie musculoso, portando la concha encima del cuerpo blando. Los bivalvos, entre los que se hallan todas las conchas de dos piezas, desde las ostras, almejas y péctenes, hasta los espectaculares organismos pertenecientes al género Spondylus; y la tercera clase, los cefalópodos, donde se encuentran los pulpos y los calamares que eventualmente construyen una concha para reproducirse, la que después abandonan, aunque existen otros con concha permanente, como los del género Nautilus.

  
Las conchas de los moluscos están formadas por tres capas: una externa, "cuticular", que puede faltar, ser muy delgada o, por el contrario, tener un extraordinario desarrollo formando láminas o filamentos, en cuyo caso recibe el nombre de "penostracum", "tapiz" o "paño marino"; una parte media llamada "ostracum", esencialmente mineral, constituida por una sustancia denominada aragonito, secretada por el manto, cuya composición es de carbonato de calcio, entremezclada con una materia orgánica llamada "conquiolina"; y, por último, la capa más interna o "hipostracum", formada ordinariamente por láminas alternadas de aragonito y conquiolina. Esta capa es la nacarada y está formada por un pliegue de la piel del molusco que envuelve su cuerpo llamado "manto", revistiendo toda la concha.

  
El nácar no tiene realmente color propio y sus reflejos, de distintos matices, se deben a su estructura característica, la cual hace que la luz realice en él brillantes y vistosos juegos de colores, provocados por ciertos fenómenos físicos que determinan la descomposición de la luz; para probarlo se toma un pedazo de nácar y se tritura, quedando un polvillo blanquecino que no presenta las irisaciones que antes lo adornaban. Entre las laminillas de aragonito y conquiolina dispuestas paralelamente, se localizan finísimas grietas que sólo es posible observar con ayuda del microscopio, en ellas se alojan capas de aire que descomponen la luz en sus siete colores, produciendo el maravilloso efecto que se observa.

  
Son muchos los moluscos que forman nácar, pero quizá ninguno de ellos produce las coloraciones cambiantes que se observan en las grandes "madreperlas" de los mares de Oriente, o los abulones, llamados también "orejas de mar", a los que los antiguos denominaron aurismaris y que tienen una espléndida ornamentación nacarada en su interior, la cual contrasta con el color parduzco de su superficie externa, que imita las tonalidades de las rocas sobre las que habita. Nadie sospecharía que en viviendas tan suntuosas como son las conchas, se alberguen tan modestos inquilinos, capaces de construirlas derrochando arte en la forma y en el colorido que las ornamenta.

  
Las conchas, probablemente como ningún otro producto de la naturaleza, han desempeñado un importante papel en la historia de la humanidad, unas veces como poderoso símbolo en el que se encarnaban creencias míticas y religiosas, otras como valioso objeto de comercio o como material para fabricar toda clase de adornos, instrumentos musicales o simples enseres domésticos; y la mayoría de las veces como fuente de inspiración estética para crear obras artísticas y arquitectónicas de singular hermosura, hasta llegar a la tendencia de coleccionarlas metódicamente por su belleza.

  
La historia de las conchas se ha convertido en uno de los cuentos más maravillosos de todos los tiempos. En dónde comienza, es difícil precisarlo pero, hasta donde los hallazgos arqueológicos y antropológicos permiten saber, desde la época prehistórica las conchas constituyeron un símbolo sexual como encarnación de lo femenino, formaban la parte central de las ceremonias religiosas y su poder se prolongaba más allá de la muerte.

  
Los hallazgos en tumbas prehistóricas lo confirman: los arqueólogos encontraron en las excavaciones que realizaron al sur de Babilonia, en la tumba de Shub-ad, una soberana que reinó en Ur por los años 2 500 a.C., un conjunto de conchas del género Cardium, que posiblemente fue una ofrenda. El significado de las conchas como símbolo mitológico y religioso de las épocas prehistóricas del hombre, pasó a incorporarse, aunque con otras características, a civilizaciones desarrolladas posteriormente, como la griega y la romana. Por ejemplo, ambas mitologías cuentan cómo el mar y una concha dieron origen a Afrodita o Venus, diosa del amor y la belleza.


Hasta el presente, cierto tipo de conchas levógiras, llamadas así porque crecen hacia el lado izquierdo, esto es, en sentido contrario a las manecillas del reloj, son consideradas un poderoso símbolo en la religión hindú. En sus representaciones de Vishnú, dios protector de la vida, aferra en uno de sus cuatro brazos una concha levógira. Se cree que era utilizada por Vishnú como arma o como una especie de instrumento musical mediante el cual anunciaba el triunfo sobre sus enemigos.

  
También las conchas de moluscos han sido empleadas como moneda. Aún en la actualidad ciertos pueblos se sirven de ellas, como algunos africanos y australianos que utilizan el "caurí" (Cypraea moneta). Se cuenta que en África Occidental existió una época en la que el hombre podía comprar una esposa joven y saludable ofreciendo 60 mil de estas conchas, y por 20 mil a una considerada común y corriente. Los nativos de Sudán también utilizan a los cauríes como dinero o como ornamento, colocando en todo su cuerpo cadenas de estas conchas. Con la almeja Venus mercenaria, abundante en las costas de América del Norte, los indígenas fabricaban el "wampum" que utilizaban en sus transacciones comerciales.

  
Las civilizaciones precortesianas de Iberoamérica emplearon también con profusión cierto tipo de conchas en sus ceremonias religiosas; se decía que Quetzalcóatl emergió de la concha de un gasterópodo. La mayoría de los templos dedicados a este dios estaban ricamente decorados con conchas, también se le muestra sentado en un pedestal con forma de ellas, como sucede en el templo dedicado a este dios en Teotihuacan, México.

  
La especie Spondylus americanus, originaria de los litorales del Golfo de México que vive también en las Antillas y el Caribe, así como en el Océano Pacífico, desde México hasta Panamá, era muy usada por aztecas y mayas como objeto de valor que se entregaba en tributo a los emperadores y como símbolo de algún culto en los funerales de personajes muy importantes. Pariente de este bivalvo es la "almeja peregrina" (Pecten maximus) que habita en las costas de Galicia, España y que recibe este nombre porque con ella adornaban sus hábitos los peregrinos que acudían a Santiago de Compostela a visitar el sepulcro del apóstol, patrón de la ciudad.

  
Esta concha tan codiciada por los coleccionistas, representa el símbolo de la famosa compañía petrolera Shell Oil Co. creada para comprar conchas en todo el mundo, mientras el petróleo representaba un negocio secundario. Dicha compañía publicó en 1957 el hermoso libro The Seas callop Studies of Shell and Influences on Human Kind, editado por In Cox London Shell Transport and Freeman Co., e ilustrado con las conchas de estos bivalvos, así como los usos que se les ha dado en el arte, las artesanías, la arquitectura, etcétera.

  
En casi todas las épocas y pueblos se les dio a las conchas un uso práctico y, más que nada, artístico, aunque esta última tendencia fue muchas veces resultado y producto de la mágica relación concha-mito, cuya manifestación en las religiones estimuló poderosamente la mente creadora del hombre. Se utilizaron con profusión como instrumentos musicales que servían lo mismo para llamar a los creyentes a la oración que para prevenir a las comunidades de los peligros que los acechaban o para reunir a los guerreros durante la batalla, para anunciar una victoria o la presencia de reyes y héroes; además, como señala la arqueóloga Pilar Luna, "caracoles del género Oliva" sirvieron como cascabeles y su utilización en collares, pulseras y cinturones, fue común entre los pueblos de Mesoamérica".


El uso artístico y decorativo de las conchas persistió hasta el siglo XVIII, época en la que alcanzó todo su esplendor. Se relata que reyes y nobles de Europa, amantes en extremo del lujo, usaron mucho las conchas y se inspiraron en sus formas para construir sus palacios, mansiones, iglesias y jardines, como parte del estilo "rococo". En tiempos recientes, en varios entierros mayas de la península de Yucatán en México, se han encontrado conchas en tal cantidad y variedad que los arqueólogos creen que podrían formar parte de verdaderas colecciones formadas por "conchólogos" o "conquiliólogos" de la antigüedad.


Las primeras colecciones consideradas importantes pertenecen a esa época y entre sus dueños se contaban personajes tan famosos como Leonardo da Vinci, Erasmo de Rotterdam y Alberto Durero. Posteriormente, con el descubrimiento de América por Colón a fines del siglo XV, se abren nuevos horizontes a la colección de conchas, pues los numerosos viajes exploratorios que se realizaron llevaron a Europa incontables tesoros y objetos hasta entonces desconocidos, entre los que había especies de conchas cuyas formas y colores fascinaron a nobles y burgueses que comenzaron a coleccionarlos. En los siglos XVIII y XIX se abre un nuevo capítulo en la historia de las conchas; el poder sobrenatural que se les concedió y su papel como instrumento de creación artística termina en esta época y las ricas y variadas existencias descubiertas por esos naturalistas aventureros en las costas de América, pero sobre todo de Polinesia y Filipinas, abren un horizonte insospechado, iniciándose el comercio y la colección de conchas. Se forman incluso compañías que operan exclusivamente como proveedoras de las numerosas personas que se inician en el arte de coleccionarlas.

  
Pero esta tendencia de "guardar" no es nueva y se remonta al menos hacia el siglo II a.C.; Cicerón relata que el pasatiempo favorito de los cónsules romanos era coleccionar conchas, porque esto "les ayudaba a olvidarse de los problemas inherentes al trabajo de gobernar" A fines del siglo XVIII empiezan en Inglaterra las subastas de los más bellos y raros ejemplares, es entonces cuando se desarrolla notablemente el interés científico por las conchas marinas. Estos remates e interés alcanzaron su auge en el siglo XIX, cuando en realidad se inicia la apertura hacia la verdadera ciencia de la conchología o conquiliología.

  
Acuciosos científicos comienzan a publicar libros sobre ellas, prolíficos en datos y con ilustraciones hechas con tal precisión y arte que, hasta la fecha, son considerados únicos en su especialidad, como es el caso de la "conchología exótica" de Swainson, y la "conchología icónica" de Reeve. Los libros eran adquiridos por museos de historia natural en cuanto se editaban, al igual que las colecciones en las que se basaban los autores para preparar estas obras. Actualmente, muchas de esas colecciones están todavía en museos de Europa, como la traída a bordo de los barcos Coquille y Bonite, famosos por los numerosos mares que cruzaron y que se encuentran en el Museo de Historia Natural de París; en el de Londres están las de los barcos Beagle y Samarang.

  
Si bien ya en el siglo XVIII el científico sueco Línneo y otros naturalistas se habían ocupado de clasificar buena parte de los miles de especímenes descubiertos, sus colegas del siglo XIX se enfrentaron a serios problemas para identificar los nuevos ejemplares que eran descubiertos en grandes cantidades al intensificarse, en esa época, las exploraciones del mundo marino. En algunos casos, se ahorraban trabajo traduciendo los nombres populares al latín. Ya fuesen adecuados o no los términos aplicados por los científicos, sus esfuerzos para organizar y sistematizar la información disponible propiciaron el surgimiento de la conchología, que se ocupa exclusivamente del estudio y clasificación de las conchas.

  
Muchas conchas consideradas como raras y excepcionales, dejaron de serlo al descubrirse nuevas poblaciones de ellas en otras playas; esto contribuyó en gran medida a que, a finales del siglo XIX y principios delXX, decayera el interés en ellas por parte de muchos fervientes coleccionistas que llegaban a pagar verdaderas fortunas por las más bellas y desconocidas descubiertas por los exploradores. Con todo, el desinterés de nobles y millonarios no mermó de ninguna manera la peculiar atracción ejercida por las conchas.

  
De todos los mares, el más interesante para los coleccionistas es el Océano Pacífico. Los lugares donde se considera que se encuentran los mejores y más variados ejemplares son la Gran Barrera de Arrecifes de Australia, las costas de las islas de Japón y de las Filipinas así como dos pequeñas islas de la Florida llamadas Sanible y Captiva. En esos privilegiados lugares de las costas americanas, las conchas marinas que un temporal deja en la playa forman capas de más de medio metro de espesor. Los coleccionistas de todo el mundo aguardan con impaciencia al mal tiempo del verano tropical para lanzarse en busca del tesoro que el mar arroja a la playa, compuesto por decenas o cientos de miles de esas pequeñas joyas naturales que despiertan su interés.

  
Entre los ejemplares que alcanzan más valor figuran la "oliva dorada", la "junonia" y la "garra de león", que pueden llegar a tener un precio unitario de varios cientos de dólares cuando se les encuentra en perfectas condiciones. Pero la concha marina más cotizada es la del género Conus, llamado comúnmente "gloria de mar", que según su color y tamaño puede alcanzar hasta los 500 mil pesos. Esta joya natural, de la que actualmente se calcula que existen sólo unos 30 ejemplares, procede de las Indias orientales y las Filipinas. Con ella compiten en precio y rareza otras tres especies: la "pleurotomaria" de las Antillas, la "cauri príncipe" y la "cauri gigante moteada".


Actualmente los especialistas piensan que el número de conchas coleccionables corresponde más o menos a 100 mil especies, aunque tal cantidad no es común encontrarla ni en las más vastas y famosas colecciones. La mayoría de los grandes coleccionistas, si bien cuentan en su haber con conchas de muchas clases, regularmente tienden a adquirir sólo ejemplares de 10 o 12 familias. Casi todas las obtienen en tiendas y, en ciertos casos, en subastas que se realizan en centros especializados, sobre todo en Florida, que es actualmente el centro mundial de la afición de las colecciones de conchas. Los nombres de muchas conchas se deben a la forma que éstas presentan; por ejemplo, entre los bivalvos están las "navajas de mar" (Tagelus californicus), los "mangos de cuchillo" (Ensis siliqua), las "alas de ángel" del género Pholas o del género Barnea; dentro de los gasterópodos, los "conos" del género Conus, la "bocina" (Charonia), las "conchas de porcelana" (Cyprea), el "caracol higo" (Ficus); entre los escafópodos está el "colmillo de elefante", del género Dentalium.

  
Para que los organismos mantengan su valor como piezas de colección, deben conservar ciertas estructuras: los bivalvos tienen que presentar completas las dos valvas, así como la "charnela" que las articula; en el caso de los gasterópodos, el extremo distal del caracol y el opérculo, pieza que sirve para cerrar la entrada de la concha, también deben estar completos. Hay coleccionistas que recorren varios kilómetros siguiendo las líneas de marea en busca de algunas piezas deseadas entre los escombros del mar arrojados por las olas a la playa; otros penetran bajo las aguas con equipos de buceo, logrando de esta manera recolectar magníficos ejemplares en el lugar donde viven y hay quienes prefieren el uso de redes, dragas o artefactos diseñados para el caso

  
El valor de la concha puede variar de acuerdo con los datos que sobre ella se tenga, ya que para que una colección tenga valor, es esencial llevar un registro de sus piezas que consiste en anotar el lugar donde se encontró la concha, la fecha, el nombre científico, la profundidad y tipo de fondo en que fue hallada. Actualmente se cuenta con gran cantidad de catálogos y libros sobre conchas de diversas partes del mundo. Cuando el coleccionista consigue ejemplares vivos, acostumbra colocarlos en agua y calentarla a fuego lento hasta hervir para extraer al animal entero; la concha la limpia generalmente con un cepillo metálico de cerdas finas; nunca se utilizan ácidos, ya que alteran la calidad y los colores de la concha. Dentro de la conquiliología también se ha llegado a la especialización, por lo que existen coleccionistas que solamente buscan conchas de una especie determinada, o bien, limitan la búsqueda a una región particular. Muchos de los estudios más conocidos en el campo de la conquiliología comenzaron como simples colecciones de conchas.

  
A estas colecciones que representan para los biólogos una herramienta de trabajo y un medio para realizar la difusión de la cultura, se les conoce con el nombre de colecciones malacológicas; mientras que las que reúnen los coleccionistas no profesionales son llamadas conquiliológicas y pueden estar integradas por pocos especímenes colectados sin ningún orden, conocidas como colecciones de principiantes o bien contar con más ejemplares y seguir un orden sistemático, formando entonces las colecciones privadas. En México se tienen colecciones profesionales como las del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM y la de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas del IPN que poseen varios miles de especímenes arreglados en familias, géneros y especies. Se ha reportado que las colecciones particulares se iniciaron a principios del presente siglo con la colección reunida por las señoritas Burjois.

  
En la actualidad en México son famosas dos colecciones conquiliológicas perfectamente clasificadas, con ellas se montan exposiciones y son la del licenciado Ernesto Santos Galindo, que es base de un museo situado a orillas del lago de Tequesquitengo, Morelos; y la del licenciado Carlos Prieto, alojada en un museo de Monterrey, Nuevo León. Entre todos los objetos que colecciona el ser humano, las conchas tienen la ventaja de ponerlo en contacto con la naturaleza, además esta afición representa una actividad educativa muy grande, por lo que es muy bueno desarrollarla en los niños. Sin embargo, es importante recomendar que cuando se colectan los animales vivos, no se capturen en grandes cantidades, porque se corre el peligro de sobreexplotarlos y producir un daño que puede ser irreparable ya que, por simple egoísmo, se privaría a las futuras generaciones del goce de esta afición.

  
Cómo buscar y coleccionar conchas.- Podemos encontrar dos formas básicas de conchas para nuestra colección, las de los moluscos bivalvos, que tienen dos conchas, como los berberechos, los mejillones o las almejas; y las de los caracoles, que tienen sólo una. Si bien también existen moluscos con una sola concha pero que no son caracoles, como las lapas. Las líneas de la marea de las playas, especialmente fuera de la época estival, cuando los servicios de limpieza no rastrillan la arena, son una fuente muy abundante de conchas de moluscos bivalvos. Cuando los moluscos mueren, las olas arrojan allí sus restos. Las conchas pueden llevar allí meses o años sufriendo la erosión de la arena empujada por las olas, así que no todas las que encontremos estarán en buen estado. Elegiremos las mejores para nuestra colección. Los caracoles son más abundantes en las rocas y en los charcos que se forman en ellas.


En el caso de que no encontremos alguna concha en buenas condiciones y recojamos un animal vivo para nuestra colección (casi siempre se tratará de caracoles), debemos matarlo introduciéndolo unos minutos en agua hirviendo y extraer después su cuerpo con ayuda de un palillo. Si no lo hacemos, cuando el animal muera se descompondrá despidiendo un olor desagradable. Las conchas las podemos limpiar de restos de arena bajo un chorro de agua con un pincel duro o un palillo. El barnizado puede acentuar sus colores y su brillo, pero solo debe hacerse con conchas destinadas exclusivamente a la decoración, y no con las de una colección de historia natural.


Cómo exponer nuestra colección de conchas.- Para que coleccionar conchas sea verdaderamente gratificante, lo mejor es exponerlas. La forma más sencilla de exponer nuestra colección es colocarla sobre nuestra mesa de trabajo o dedicarle una estantería. En las vitrinas de cristal lucen mucho. Si tenemos espacio, podemos encontrar pequeñas vitrinas de cristal en comercios especializados por no demasiado dinero. En cuanto los identifiquemos, los ejemplares irán acompañados de su nombre científico y del común si lo tienen. Para ello nos ayudaremos de guías de la naturaleza específicas que podemos comprar o tomar prestadas de la biblioteca de nuestra localidad. Una buena forma de almacenarlos si no tenemos una exposición permanente o si poseemos muchas conchas repetidas, es guardarlas en las bolsas de plástico que se utilizan para los congelados y que podemos adquirir en cualquier supermercado.

  
Son muy resistentes, tienen cierre hermético y podemos escribir sobre ellas con un rotulador especial para plásticos. Para cada especie emplearemos una bolsa sobre la que anotaremos los nombres científico y común si los conocemos; o, si nuestra colección es un poco más científica, indicaremos también toda clasificación taxonómica (clase, orden, familia, etc.) y el lugar y la fecha de recolección. En este último caso podemos necesitar más de una bolsa por especie. Las bolsas las podemos guardar, por ejemplo, en cajas de cartón como las de los zapatos u otro tipo. Podemos mantener más organizada la colección si empleamos, por ejemplo una caja para los bivalvos y otra para los caracoles, o con divisiones taxonómicas más precisas si nuestra colección crece mucho.

EL OCÉANO Y SUS RECURSOS


Los moluscos
son, después de los insectos, el grupo más extendido sobre el planeta, del cual se han clasificado aproximadamente 200 mil especies. Se les encuentra lo mismo en la copa de los árboles que en las profundidades abisales marinas. El estudio de estos animales ha ofrecido a los científicos, a través de la historia, temas por demás interesantes, por lo que es uno de los grupos mejor entendidos en la actualidad.


Los moluscos (Mollusca, del latín mollis "blando") forman uno de los grandes filos del reino animal. Son invertebrados protóstomos celomados, triblásticos de simetría bilateral (aunque algunos pueden tener una asimetría secundaria) no segmentados, de cuerpo blando, desnudo o protegido por una concha. Los moluscos son los invertebrados más numerosos después de los artrópodos, e incluyen formas tan conocidas como las almejas, machas, navajuelas, ostras, calamares, pulpos, babosas y la gran diversidad de caracoles, tanto marinos como terrestres.

  
Se calcula que pueden existir cerca de 100 000 especies vivientes y 35 000 especies extintas. Los moluscos tienen una larga historia geológica, esta abarca desde el Cámbrico Inferior hasta la actualidad.1​ Aunque son originalmente de un ambiente marino, conllevan un gran éxito evolutivo. Están presentes en la mayoría de los hábitats: dulces, marinos, terrestres, desde las grandes alturas a más de 3000 m sobre el nivel del mar hasta profundidades oceánicas de más de 5000 m de profundidad y por último, en aguas polares o tropicales. Estos animales suelen ser organismos comunes del litoral de todo el mundo.

  
Son animales de cuerpo blando, este se encuentra dividido en una región cefálica o cabeza, una masa visceral y un pie muscular. Han desarrollado tres características únicas en el reino animal por las cuales se identifican:
* Un pie muscular.
* Una concha calcárea protegiendo la masa visceral, excepto en algunos órdenes de cefalópodos que carecen de ella o la tienen interna. La concha es secretada por un integumento subyacente llamado manto que en ocasiones se encuentra ausente.
* Un órgano de alimentación llamado rádula (formada por hileras de dientes quitinosos curvos).


El interés del ser humano en los moluscos es enorme: por un lado, los moluscos son una importante fuente de alimentación para la especie humana; por otro, numerosas enfermedades parasitarias humanas y animales son transmitidas por moluscos, ya que pueden actuar como hospedador intermediario, por ejemplo de gusanos trematodos. La malacología es la rama de la Zoología que estudia los moluscos. Durante los siglos XVIII y XIX se elaboraron importantes colecciones malacológicas y conquiliológicas desde prestigiosas instituciones como museos, academias de ciencias y colecciones privadas. Hoy en día, sigue siendo unos de los principales pasatiempos coleccionar conchas de moluscos, debido a esta afición, los moluscos son unos de los grupos zoológicos mejor estudiados después de los vertebrados, aunque también un peligro para la supervivencia de algunas especies muy cotizadas.


Características generales.-
La variedad de formas, tamaños, tipos de vida y ciclos vitales es extraordinaria; sin embargo, la organización de todos los moluscos sigue un plan fundamental. Los moluscos son triblásticos, bilaterales y celomados. El celoma en los adultos queda reducido a vestigios alrededor de los nefridios, gónadas, corazón e intestino. El cuerpo se encuentra cubierto por el manto. Este último está formado por una epidermis ciliada con glándulas mucosas y una cutícula cuya función se limita a la formación de la concha calcárea mediante secreciones glandulares. Aquellos moluscos que no tengan concha, en su lugar aparecerán espículas o placas calcáreas. Por debajo del manto encontramos la cavidad paleal donde se encuentran los ctenidios, osfradios, nefridioporos y el ano. Han desarrollado un sistema circulatorio abierto (en su mayoría hemocele) formado por un ventrículo y dos aurículas. Un aparato digestivo completo provisto de la rádula o lengua raspadora localizada en la región bucal.


Anatomía externa
Manto, concha y cavidad paleal.- El patrón básico de un molusco consiste en un organismo de cuerpo blando; oval, con simetría bilateral y una concha convexa en forma de sombrero chino (ausente o interna en algunos grupos). En vez de concha, también pueden poseer espículas que pueden aparecer en estado embrionario (en adultos pueden fusionarse para dar una concha) o placas, aunque todas con el mismo origen. La concha se forma gracias a la epidermis subyacente, denominada manto (en posición dorsal), que tiene células secretoras de carbonato cálcico que cristaliza en el exterior en forma de aragonito o de calcita; el manto también secreta una substancia quitinosa de composición compleja, la conquiolina, que se deposita sobre el sustrato calcáreo formando un estrato orgánico denominado perióstraco, esencial para evitar la disolución de la concha en ambientes ácidos.

  
En la parte posterior, el manto forma una cámara denominada cavidad paleal. En esta cavidad se alojan: las branquias, que tienen una estructura muy característica en forma de peine (ctenidios); los osfradios, (órganos quimiorreceptores encargados de detectar la calidad del agua) donde desembocan los nefridios (a través de los nefridioporos); las gónadas, (a través de los gonoporos) y por último, el ano. En los gasterópodos terrestres, la superficie interna de la cavidad paleal está muy irrigada, el intercambio gaseoso se produce a través del epitelio actuando como un pulmón. La epidermis de los moluscos está recubierta de células epiteriales y células glandulares. Podemos encontrar dos tipos de células glandulares: mucosas, sobre todo en la parte ventral y glándulas de la concha, situadas en el manto.


Pie.- Este órgano locomotor es una apomorfía de los moluscos. El pie muestra una enorme plasticidad evolutiva ya que está dotado de una musculatura compleja y potente. Se cree que, primitivamente, era reptante (parecido al de los gasterópodos actuales), pero ha experimentado una gran diversificación originando: el pie excavador de los bivalvos, el pie escindido en tentáculos de los cefalópodos o el pie nadador de algunos gasterópodos pelágicos, entre otros. La locomoción de la mayoría de gastrópodos terrestres se realiza a través de contracciones musculares del pie. En el caso de las especies dulceacuícolas, la locomoción es producto del movimiento de una serie de cilios o minúsculos pelos ubicados en el pie.

  
Sistema digestivo y alimentación.- Tienen tubo digestivo completo. La cavidad bucal revestida de quitina, presenta un órgano de alimentación único: la rádula, que consiste en una base cartilaginosa alargada (odontóforo) recubierta de hileras longitudinales de dentículos quitinosos curvos; la forma y la disposición de los dentículos se relaciona con el tipo de alimentación. La rádula está provista de potentes músculos que le permiten proyectarse fuera de la boca, actuando como raspador. El moco secretado por las glándulas salivales de la boca lubrican la rádula y aglutinan las partículas para ser ingeridas. A continuación hay un esófago y un estómago, más o menos complejo, en el que desembocan las glándulas digestivas (hígado o hepatopáncreas); la circulación de la masa mucosa que contiene el alimento (próstilo) se ve favorecida por la presencia de numerosos cilios. Las partículas alimenticias entran en los conductos de las glándulas digestivas. El intestino es largo y enrollado, el ano, se encuentra en posición medio-dorsal en la parte posterior de la cavidad paleal. Sus formas de alimentación son muy variadas. Pueden ser fitófagos, como las lapas o los caracoles terrestres; carnívoros, como los conos, filtradores, como las almejas; detritívoros, babosas y caracoles, etc.

  
Sistema circulatorio.- El sistema circulatorio es abierto, a excepción de los cefalópodos (estos necesitan un sistema cerrado debido a que son muy activos y necesitan una mayor presión). El corazón está tabicado y se divide, principalmente, en tres cámaras (dos aurículas y un ventrículo), aunque el número de estas es muy variable. El corazón está recubierto por una fina tela que forma la cavidad pericárdica. La hemolinfa transporta pigmentos respiratorios del ventrículo a los espacios tisulares mediante los vasos. En los espacios tisulares va a ser recogida por otros vasos que van hacia las branquias, donde la sangre se oxigena para volver al corazón a través de la aurícula.
Sistema excretor.- Los órganos excretores están compuestos por un par de metanefridios (riñones) comunicados con la cavidad pericárdica, en los que uno de los extremos, está comunicado con el celoma a través de unos conductos denominados celomoductos (puede desarrollarse en este extremo a modo de embudo). El otro extremo desemboca al exterior en la cavidad paleal mediante los nefridioporos.

  
Sistema nervioso.- Es muy variable. El modelo básico del sistema nervioso de los moluscos comprende un anillo periesofágico del cual salen dos pares de cordones nerviosos hacia la parte posterior, uno hacia el pie y otro hacia la masa visceral. Los órganos de los sentidos comprenden ojos, (muy complejos en los cefalópodos); estatocistos situados en el pie (sentido del equilibrio) y quimiorreceptores, como los osfradios (situados en las branquias); papilas y fosetas olfatorias en la cabeza y el órgano subradular (asociado a la rádula). El máximo grado de cefalización se da en los cefalópodos, en los que se puede hablar de un auténtico cerebro, protegido por un cráneo cartilaginoso.

  
Sistema reproductor.- Las gónadas, en muchas especies de moluscos, proceden directamente del peritoneo que recubre el celoma. La reproducción de los moluscos es exclusivamente sexual; pueden ser unisexuados (también denominado dioicos, como en los bivalvos) o como en el caso de la mayoría de los gasterópodos, hermafroditas (simultáneos o consecutivos) con capacidad de autofecundación o sin ella.​ La fertilización puede ser externa o interna, con frecuencia mediante espermatóforos (sacos llenos de espermatozoides).


Embriología.- La embriogenia típica de los moluscos comienza con una segmentación espiral del huevo fuertemente determinada. La gastrulación tiene lugar por epibolia, invaginación o ambas. La gástrula resultante se desarrolla en una larva trocófora planctónica. El proceso es virtualmente idéntico al de los anélidos. Esta larva trocófora puede desarrollar ampliamente alguna de las bandas ciliadas para dar una estructura delgada en forma de velo. En la mayoría de los moluscos, esta larva da lugar a la larva velígera, más desarrollada, en la que se puede observar ya el pie, la concha y otras estructuras. Finalmente, la larva velígera desciende al fondo y sufre una metamorfosis para adoptar el hábitat bentónico típico del adulto. Los cefalópodos y los gasterópodos terrestres y de agua dulce tienen siempre desarrollo directo.

  
Segmentación de los embriones.- La mayoría de los moluscos presentan una segmentación holoblástica espiral. Esta segmentación se da en un ángulo oblicuo con respecto al eje animal-vegetativo del cigoto generando una disposición en espiral de las células blastómeras hijas, las cuales, quedan empaquetadas de tal forma, que termodinámicamente son más estables que en otros tipos de segmentación, como por ejemplo la radial. La blástula de los animales que sufren este tipo de segmentación en espiral no tiene blastocele y se conoce como estereoblástula. Los embriones de los moluscos sufren pocas segmentaciones antes de empezar la gastrulación. Inicialmente se dan dos clivajes (desde el polo animal hacia el polo vegetal) los cuales son casi meridionales, produciendo cuatro macrómeras. En algunas especies estas son de diferente tamaño haciendo posible su identificación. Las segmentaciones posteriores tienen lugar en el polo animal del embrión. En la tercera segmentación, cada macrómera se divide dando origen a una micrómera hija y una macrómera hija; las micrómeras se desplazan hacia la derecha o izquierda de su macrómera hermana generando un patrón en espiral. En la cuarta segmentación, las macrómeras hermanas (producidas en la tercera segmentación) se dividen generando cada una, una micrómera hija y una macrómera hija las cuales se desplazaran de forma contraria que en la tercera segmentación, y así sucesivamente.

  
Orientación del plano de segmentación.- En los moluscos que tienen concha, como los caracoles; esta puede presentar enrollamiento destral (hacia la derecha) o enrollamiento sinistral (hacia la izquierda). Esta orientación de la concha es controlada por factores citoplasmáticos dentro del ovocito y por lo general, es igual en los miembros de una especie. Sturtevant en 1923 descubrió que en algunas especies el enrollamiento de la concha del caracol se encuentra determinado genéticamente, siendo el genotipo del óvulo materno el que determina la dirección de la segmentación en el embrión.

  
Mapa de destino.- Joanne Render en 1997 estudió el mapa de destino del caracol Ilyanassa obsoleta. Render siguió durante el desarrollo diferentes células marcadas con fluorescencia y observó que diferentes grupos de micrómeras contribuyen a la formación de diferentes partes del cuerpo. Por ejemplo, el segundo cuarteto de micrómeras forman la concha, velo, boca y corazón.


Determinación celular.- En el ovocito de los moluscos, los determinantes morfogenéticos están localizados en regiones específicas que determinan a diferentes blastómeras dependiendo de su posición dentro del ovocito; a esto se le llama desarrollo en mosaico. Las moléculas que están unidas a ciertas regiones del huevo forman el lóbulo polar. En 1896 Crampton demostró que el lóbulo polar es esencial para la formación de algunos órganos como el intestino, corazón, músculos y ojos; con esto pudo concluir que el lóbulo polar está compuesto por determinantes mesodérmicos y endodérmicos que le dan la capacidad al blastómero de formar estas estructuras con las cuales va a estar en contacto. Además de ser clave para la determinación celular el lóbulo polar es necesario para la polaridad dorso-ventral del embrión, ya que también contiene los determinantes necesarios para ello.

  
Gastrulación.- En este proceso las micrómeras del polo animal se multiplican hasta cubrir las macrómeras del polo vegetal. El embrión es cubierto en su totalidad excepto por una hendidura en el polo vegetal.

  
Evolución y filogenia.- A lo largo de la evolución de los moluscos han ocurrido dos grandes hechos evolutivo: el primero de ellos, la aparición de un ancestro con caracteres primitivos que originó la diversidad de los grupos actuales; el segundo, la aparición de la concha con las modificaciones que han determinado la diferenciación de cada grupo. Actualmente, existen dos modelos que resumen las características de ese molusco hipotético inicial: el de Salvini-Plawen (1980) y el de Yonge (1957).

  
Molusco hipotético de Salvini-Plawen (1980).- El aspecto de este molusco hipotético recuerda a una babosa actual marina. Se reconoce una cabeza (carente de cuernos, brazos, etc.) con boca y ganglios cerebroideos. Tiene una plataforma reptante; el pie, que le permite desplazarse por el bentos dejando un rastro de moco a su paso. Sobre del pie se observa la masa visceral, donde se alojan los órganos internos. La masa visceral además tiene una epidermis denominada manto; que genera unas espículas calcáreas (en lugar de una concha) y contiene la cavidad paleal.

  
La pared del cuerpo podría tener cutícula en alguna de sus partes. Posee una epidermis con células epidérmicas, de soporte; glandulares, mucocitos (productoras de moco) y sensoriales. Por debajo, se encuentra la membrana basal y debajo de esta, la musculatura circular, oblicua y longitudinal ( dispuesta en este orden). Entre las tres capas de musculatura existen espacios hemolinfáticos.

  
El tubo digestivo de este molusco estaría dividido en tres regiones: anterior, media y posterior. La región anterior contiene el órgano llamado rádula. Esta rádula tendría una estructura cartilaginosa denominada odontóforo, que es un "cojín" donde se apoya una banda proteica llena de dientes, la verdadera rádula. Ese odontóforo está dentro de la cavidad bucal y a su servicio están muchos músculos, como los protractores y retractores. Los protractores hacen que ese cojín asome fuera de la boca y los retractores hacen que se meta. A su vez, estos dientes (rádula) también tienen músculos protactores y retractores.

  
Existe mucha variabilidad en las rádulas. El bulbo bucal tiene varias estructuras: como el agujero de la boca, mandíbulas, un órgano subradular (una especie de lengua con función sensorial para identificar el alimento), odontóforo, etc. Los dientes son de crecimiento continuo a partir del saco radular. La cinta de dientes se va desplazando hacia delante con el tiempo, desprendiéndose los dientes desgastados y siendo reemplazados por los nuevos. Después viene el esófago y detrás de él, el resto del tubo digestivo con el intestino medio (que ocupa casi toda la cavidad y tiene una serie de divertículos laterales para aumentar la superficie), a continuación el recto y por último en el ano (que desemboca a la cavidad paleal).

  
El celoma o complejo reno-gonadal-pericárdico en moluscos se encuentra dividido. Tienen un par de sacos celomáticos dorsales situados en la mitad posterior del animal, conectándose a la cavidad paleal a través de celomoductos y sus correspondientes celomoporos. Por detrás, existe otro saco celomático posterior, denominado pericardio (con sus pericardioductos); que, si desarrollan un nefrostoma originan metanefridios con sus correspondientes nefridioductos y nefridioporos. El peritoneo de los sacos celomáticos anteriores originan las gónadas, con sus correspondientes gonoductos y gonoporos, desembocando también en la cavidad paleal.

  
La cavidad paleal tiene los ctenidios (branquias en forma de pluma, con un eje central y láminas a ambos lados). A la altura de los ctenidios aparecen unos vasos sanguíneos cerrados que están relacionados con el sistema circulatorio.
El sistema nervioso es sencillo, poseen un ganglio cerebroideo con un anillo nervioso anterior que irriga el bulbo bucal en su conjunto además de dos pares de cordones nerviosos longitudinales que se dirigen hacia la parte posterior del animal (dos al pie y dos a la masa visceral). En relación con la cavidad paleal, podría haber existido algún ganglio para toda esa zona.
La reproducción es sexual con fecundación externa. Se supone una segmentación espiral, gastrulación por epibolia que daría lugar a una larva trocófora.

  
Molusco hipotético de Yonge (1957).- Este molusco hipotético es semejante al desarrollado por Salvini-Plawen, pero conlleva algunas modificaciones. En este modelo sí hay una auténtica concha (y no espículas). El tubo digestivo tiene una glándula digestiva relacionada con la primera cámara del estómago. El intestino en lugar de tener divertículos laterales, tiene muchas asas intestinales aumentando la superficie y eficacia de absorción. El sistema reno-gonadal-pericárdico carece de conductos, las gónadas comunican con el pericardio y los sacos celomáticos anteriores que desembocan en la parte posterior. Ambos estudios comparten unas bases características aunque de diferente estructura. El pie, masa visceral y la pared dorsal de esta última, se encuentran formando el manto con su cavidad paleal y estructuras internas.

  
Concha del modelo de Yonge.- La concha tiene tres capas: periostraco, mesostraco y endostraco (externa, media e interna respectivamente) con componentes orgánicos e inorgánicos. Entre los orgánicos destaca la matriz proteica de conquiolina, mientras que en los inorgánicos destaca el carbonato cálcico (cristaliza en forma de aragonito o calcita), el sulfato magnésico y el carbonato magnésico. El periostraco está formado por una capa de conquiolina. El mesostraco es la capa más gruesa, esta es segregada por el borde del manto y está formada por una combinación de ambos componentes predominando la parte inorgánica o mineral (incluso siendo esta la única en algunos grupos actuales) frente a la orgánica, con una disposición en forma de prismas. Por último, el endostraco tiene un reparto equitativo; es segregada por toda la superficie del manto y da un aspecto irisado brillante en una disposición en forma de láminas superpuestas reflejando la luz según su orientación. La formación de carbonato cálcico es relativamente sencillo en el medio marino; se necesita agua (que incorporan fácilmente), calcio (lo incorporan por transporte activo) y dióxido de carbono (producen grandes cantidades debido al metabolismo de la urea).

  
Evolución filogenética.- A partir del molusco inicial de Salvini-Plawen (con espículas en el manto, denominado Aculifera) aparecieron dos líneas principales que dieron origen al conjunto de todos los moluscos actuales. Por un lado, los grupos que conservan la condición de Aculifera y solo tienen espinas calcáreas en el manto (como los caudofoveados) y por otro lado, los que tienen concha (Conchifera) similar al molusco del modelo de Yonge, de la que descienden la mayor parte de los grupos actuales de moluscos conchíferos. El paso de Aculifera a Conchifera podría haber sucedido en el análisis filogenético expuesto a continuación. Las bandas de espinas de Aculifera se concentraron originando 7 bandas con las espículas ya agrupadas. Aquí aparecen de nuevo dos líneas: una que llevó a la nueva dispersión de las espinas (como sucede en los solenogastros) y la otra que llevó a la fusión de las espículas de cada banda originando 7 placas (como se observa en los Ectoplacota, un grupo fósil). A partir de esta última línea, salen otras dos: una en la que una de esas placas se divide en dos, originando 8 en total (como sucede en los poliplacóforos actuales) y otra en la que se fusionan las 7 placas formando, finalmente, una concha (los conchíferos).

  
Filogenia tradicional.- Históricamente, los moluscos se han dividido en dos grandes grupos:
* subfilo Aculifera o Amphineura (sin concha)
** clases Aplacophora (Caudofoveata + Solenogastres) y Polyplacophora.
* subfilo Conchifera (con concha)
** clases Bivalvia, Cephalopoda, Gastropoda, Helcionelloida , Monoplacophora, Rostroconchia y Scaphopoda.


Análisis filogenómico.- El análisis multilocus molecular, ha presentado los siguientes resultados:
Mollusca -- Variopoda --- Scaphopoda ---- Caudofoveata ----- Solenogastres ------ Cephalopoda
Mollusca -- Dorsoconcha --- Gastropoda ---- Bivalvia ----- Serialia ------ Monoplacophora
Polyplacophora


Clasificación.-
Los moluscos se subdividen en ocho clases; se indica entre paréntesis el número aproximado de especies actuales.
* Clase Caudofoveata (=Chaetodermomorpha) (70 especies)
* Clase Solenogastres (=Neomeniomorpha) (250 especies)7​
* Clase Monoplacophora (neopilina y afines) (20 especies)
* Clase Polyplacophora (quitones) (600 especies)
Orden Lepidopleurida
Orden Ischnochitonida
Orden Acanthochitonida
* Clase Scaphopoda
* Clase Bivalvia (mejillón, almejas, ostras) (13 000 especies)
Subclase Protobranchia
Orden Nuculida
Orden Solemyida
Subclase Lamellibranchia
Superorden Filibranchia
Superorden Eulamellibranchia
Orden Paleoheterodonta
Orden Veneroida
Orden Myoida
Subclase Anomalodesmata
* Clase Cephalopoda (pulpos, calamares, sepias) (800 especies)
Subclase Nautiloidea (nautilus)
Subclase Ammonoidea (†) (Ammonites)
Subclase Coleoidea
Orden Sepiida
Orden Teuthida (=Decapoda)
Orden Octopoda
Orden Vampyromorphida
* Clase Gastropoda (caracoles marinos y terrestres, lapas) (75 000 especies)​
Subclase Prosobranchia
Orden Archaeogastropoda
Orden Mesogastropoda
Orden Neogastropoda

Subclase Opisthobranchia
Subclase Pulmonata
Orden Archaeopulmonata
Orden Basommatophora
Orden Stylommatophora
Orden Systellommatophora


Antiguamente los caudofoveados y solenogastros eran agrupados en la clase Aplacophora que ahora se considera parafilético y dichos grupos clases separadas. Por otra parte, la tendencia actual es la de dividir la clase Gastropoda en dos subclases: Eogastropoda (que incluye solo las lapas verdaderas) y Orthogastropoda que incluye todos los demás gasterópodos.

  
Recolección de moluscos.- Los moluscos son diversos tanto en forma corporal como en los ambientes donde habitan, por lo que para su captura se requiere conocer bien a la especie con la que se quiere trabajar, así como poseer destrezas para su recolección. Cabe tener en cuenta la legislación de cada país o estado, ya que diversas especies están protegidas por la ley por su escasez causada; en parte, por un exceso de capturas para fines gastronómicos o coleccionistas.

  
* Polyplacophora (quitones): los quitones son característicos de zonas del litoral rocoso, generalmente donde hay un fuerte rompiente. Por este motivo, se recomienda tomar una serie de precauciones para evitar un accidente; esperar hasta que baje la marea para realizar la recolección. Para recoger quitones, se debe insertar la hoja de un cuchillo fuerte por debajo del borde de la cintura, teniendo especial cuidado de no dañar dicha cintura así como de no fracturar las valvas. Una vez recogidos los chitones, se deben transferir rápidamente a soportes en forma de paletas de tamaño apropiado, apretando el quitón contra la superficie de la paleta a la vez que, mediante una cuerda o cinta, se amarra fuertemente contra el soporte. Por último, hay que proceder inmediatamente a la fijación. Para la fijación, jamás se debe emplear la formalina a menos que esté previamente neutralizada; esta tiende a corroer las valvas y otras estructuras calcáreas importantes en la taxonomía de estos moluscos.


* Gastrópodos terrestres: generalmente, los gastrópodos terrestres se pueden encontrar donde exista una adecuada cobertura protectora. Son buenas pues; las áreas de recolección, aquellas zonas sombreadas húmedas y cubiertas con hojas, así como en el piso de bosques residuos bien sombreados y bajo cortezas de árboles, troncos caídos. También se hallan en áreas montañosas debajo de lajas de piedra caliza, especialmente en lugares con abundancia de musgos y hojarasca.


* Gastrópodos y bivalvos marinos: los gastrópodos y bivalvos marinos se pueden recolectar manualmente cuando las condiciones de acceso, oleaje, visibilidad y profundidad lo permitan. En caso contrario se deberá recurrir a al empleo de dragas o buceo con equipo autónomo.


* Gastrópodos y bivalvos de agua dulce: para la recolección de gastrópodos y bivalvos dulceacuícolas, los cuerpos de agua más favorables son aquellos que se encuentran en regiones con lechos de piedra. La recolección, generalmente debe hacerse durante períodos de aguas bajas (cuando los ríos tienen su nivel más bajo). En ambientes lénticos (lacustre) hay menos especies que los ambientes lóticos (ríos). Los bivalvos suelen encontrarse semienterrados en fondos de grava, arena o cieno. La captura puede realizarse manualmente cuando la transparencia y profundidad del cuerpo de agua lo permitan. Mientras que los animales de aguas profundas, deberán ser recolectados con dragas de arrastre o quijadas.


* Cefalópodos: los cefalópodos son animales exclusivamente marinos de amplia distribución geográfica y batimétrica. La recolección de estos animales se puede efectuar mediante el empleo de diferentes artes de pesca; en el caso de aquellas especies que viven en aguas poco profundas, se pueden recolectar manualmente en las grietas o cuevas de fondos rocosos donde habitan o mediante el empleo de objetos (latas, cauchos viejos, nasas, etc.) previamente colocados en el área de captura.


Muchos de los moluscos fueron utilizados desde tiempos prehistóricos en la alimentación humana, como lo demuestra el hecho de que en las cavernas y albergues en que se guarecieron los hombres primitivos del Paleolítico, persisten abundantes restos de conchas de moluscos que les sirvieron de alimento, como es el caso de la conocida cueva de Altamira, en el norte de España, donde se encontraron cantidades realmente extraordinarias de conchas de bígaros o lapas (Littorina littorea) y de lapas (Patella vulgaris). En los concheros y los kiokemondingos, formados por restos de cocina, se encuentran gran cantidad de conchas y, entre ellas, restos de hombres primitivos, de ahí su gran importancia arqueológica.

  
Poco a poco los moluscos se fueron incorporando a la dieta de la humanidad, aumentando el consumo de algunos de ellos, como las ostras, los ostiones, las almejas y los pulpos, entre otros; sin embargo, en la mayoría de los casos su explotación fue artesanal y para consumo doméstico. Hasta épocas recientes se inició la utilización industrial de algunos moluscos, como las ostras y los mejillones, sobre todo desde que se desarrollaron la ostricultura y la miticultura prácticas que se intensificaron a finales del siglo XIX e inicios del presente.

  
En la última década se han producido cambios importantes en las pesquerías mundiales de moluscos, sobre todo en el caso de los cefalópodos, al aumentar la explotación de estos recursos en la plataforma continental, con mejores equipos de pesca, embarcaciones y métodos de detección o cosecha y con la ampliación del mercado de estos organismos, ya que han sido incorporados como productos convencionales dentro del consumo del hombre. La producción mundial de moluscos reportada por FAO para 1986, de 6 359 984 toneladas, está formada por moluscos marinos como abulones, caracoles, ostras y mejillones, calamares y pulpos, además de moluscos de agua dulce y, según esta organización, solamente los cefalópodos se encuentran muy explotados, sobre todo en las costas de Perú, Ecuador y Chile en el Océano Pacífico y, en la costa del Océano Atlántico, en el Reino Unido, Francia, España, norte y sur de África y Argentina.


Una de las razones del incremento del aprovechamiento de los moluscos es su alto valor nutritivo, ya que contienen vitaminas A, B, C y D; compuestos glicerofosfóricos; cloruros; carbohidratos, y proteínas en cantidades adecuadas y de fácil digestión. Las proteínas que están presentes son digeribles casi en un 100%, contra el 63% de las de carne de res. Algunos moluscos, como las ostras, poseen altas cantidades de yodo, compuesto que interviene en el funcionamiento de la tiroides; antianémicos como el cobre y el fierro, lo cual explica la añeja popularidad que tienen estos organismos como alimento muy nutritivo. En México también se ha incrementado el aprovechamiento de los moluscos y, según la Secretaría de Pesca, para 1988 la captura total fue de 94 187 toneladas; entre éstos destacan los ostiones, almejas, calamares, pulpos, caracoles y abulones.