Ejemplares de esta especie fueron encontrados en cuevas como la de Altamira, donde habían sido utilizadas como alimento durante los periodos Solutrense y Magdaleniense, y sus conchas utilizadas como recipientes para preparar pinturas tales como ocre.
La lapa común es una especie bien conocida. Tiene una concha cónica y la superficie exterior es de color blanco grisáceo. Las conchas situadas más arriba en la costa tienden a tener conchas más altas que las de la orilla inferior. La parte inferior del “pie” musculoso con el cual la lapa se mueve es de color amarillo, naranja o marrón y con frecuencia tiene un tinte verde o grisáceo.
Aunque parece que estos animales pasan toda su existencia fijadas sólidamente a un roca de la zona intermareal, lo cierto es que estos moluscos salen por la noche a buscar algas y otras partículas comestibles. Lo realmente curioso es que vuelven al mismo lugar exacto cada día, parece ser que siguiendo el rastro de mucus que dejan sobre las rocas.
Al principio de su vida, todas las lapas comunes son machos, y presentan actividad sexual desde los nueve meses. A los dos o tres años de vida, una gran parte de la población se vuelven hembras. La puesta y la fecundación, que es externa, tiene lugar una sola vez al año, normalmente entre octubre y diciembre.
Se distribuyen por las costas orientales del océano Atlántico, desde el Círculo Polar en Noruega hasta el Mar Mediterráneo.
Aunque parece que estos animales pasan toda su existencia fijadas sólidamente a un roca de la zona intermareal, lo cierto es que estos moluscos salen por la noche a buscar algas y otras partículas comestibles. Lo realmente curioso es que vuelven al mismo lugar exacto cada día, parece ser que siguiendo el rastro de mucus que dejan sobre las rocas.
Al principio de su vida, todas las lapas comunes son machos, y presentan actividad sexual desde los nueve meses. A los dos o tres años de vida, una gran parte de la población se vuelven hembras. La puesta y la fecundación, que es externa, tiene lugar una sola vez al año, normalmente entre octubre y diciembre.
Se distribuyen por las costas orientales del océano Atlántico, desde el Círculo Polar en Noruega hasta el Mar Mediterráneo.
COMO RECONOCERLA.- Concha cónica, sin abertura apical, con costillas radiales; el ápice en la parte anterior del animal. Generalmente la concha tiene epifitos, ya sean algas o balanos, y encaja perfectamente en el sustrato. Para diferenciar las especies es necesario examinar los tentáculos y el interior de la concha, para lo que es necesario despegar el animal de la roca. Hasta 6 cm de longitud, con el ápice de la concha romo en ejemplares expuestos al oleaje. Exterior azul verdoso, grisáceo con el interior blanco amarillento, y con una cicatriz parda. Pie naranja, más comúnmente verdoso, amarillo o gris, con tentáculos grises.
REPRODUCCIÓN.- Las Lapas comunes comienzan su vida como machos, convirtiéndose en sexualmente maduros en torno a los 9 meses de edad. La mayoría de los individuos experimentan un cambio de sexo, por lo general convirtiéndose en hembras a los 2 o 3 años de edad, aunque algunos permanecen como machos. El desove tiene lugar una vez al año, generalmente de octubre a diciembre, aunque el tiempo varía en torno a las Islas Británicas. La fertilización se produce externamente, las larvas pasan sus primeros días de vida en la columna de agua, después de lo cual se asientan en la orilla. La vida promedio varía pero se encuentra entre 10 y 20 años.
QUE COMO.- Se alimenta de algas verdes, rojas y juveniles de fucus, sobre cuyas poblaciones ejercen gran presión.
DONDE VIVE.- Sobre rocas en la parte mediolitoral y supralitoral. Se fija a sustratos firmes como rocas y piedras de lo alto de las orillas hasta el borde de la zona sublitoral a profundidades de hasta 200 metros. A pesar de que puede parecer que está fijada a la roca, las lapas comunes en realidad se mueven en torno para pastar en las algas en condiciones húmedas o cuando están sumergidas por la marea. Regresan al mismo lugar siguiendo el rastro de mucosidad que depositan. Este lugar se desgasta por la acción de los bordes de la concha y se crea finalmente una cicatriz obvia en la roca. Esto ayuda a la lapa a unirse aún más tenazmente a la roca, esta es una estrategia que además la protege de la desecación. Se encuentran en todas las costas desde Noruega al Mediterráneo. Costa de Gran Bretaña e Irlanda. Su distribución se extiende desde el Círculo Polar Ártico en el norte hasta el sur de Portugal.
INDICACIONES PARA SU PESCA.- En muchas áreas las lapas se han capturado como fuente de alimento durante siglos.
La lapa es un cebo habitual, casi un clásico de los cebos para pescar en la costa. Pero eso no significa que sea el mejor cebo, ni siquiera que sea bueno para un amplio grupo de peces. De hecho, la lapa es más que nada una carnada de urgencia, un animal que está siempre disponible en cualquier punto de nuestras costas, incapaz de escapar y, generalmente, a nuestro alcance. Y, si es cierto que algunos peces picarán a este cebo, también lo es que muchos lo despreciarán, o sólo lo atacarán cuando no tengan posibilidad de conseguir otro sustento.
La lapa nos recuerda a un caracol, con sus minúsculos cuernecillos y su concha durísima que preserva sus órganos internos. Se pega a las rocas mediante un pie carnoso convertido en ventosa, precisamente la parte con la que encarnaremos. Es quizás, su dureza la que más desanima a sus posibles presas. No obstante, para algunos espáridos de cierta talla y, especialmente en invierno, cuando escasea el alimento, la lapa pueda ser una alternativa razonable. Funciona mejor a fondo, en aparejos robustos destinados, por ejemplo, a grandes sargos. De hecho, en las entrañas de estos peces suelen abundar los restos de lapas jóvenes, lo que también nos proporciona pistas sobre la potencia de sus mandíbulas y su acerada dentición. En nuestras costas existen varios tipos de lapas, aunque, a efectos de su utilización como cebo, no cabe hacer muchos distingos. Todas ellas son de régimen litoral y se alimentan de las algas que revisten las rocas.
La lapa es un cebo habitual, casi un clásico de los cebos para pescar en la costa. Pero eso no significa que sea el mejor cebo, ni siquiera que sea bueno para un amplio grupo de peces. De hecho, la lapa es más que nada una carnada de urgencia, un animal que está siempre disponible en cualquier punto de nuestras costas, incapaz de escapar y, generalmente, a nuestro alcance. Y, si es cierto que algunos peces picarán a este cebo, también lo es que muchos lo despreciarán, o sólo lo atacarán cuando no tengan posibilidad de conseguir otro sustento.
La lapa nos recuerda a un caracol, con sus minúsculos cuernecillos y su concha durísima que preserva sus órganos internos. Se pega a las rocas mediante un pie carnoso convertido en ventosa, precisamente la parte con la que encarnaremos. Es quizás, su dureza la que más desanima a sus posibles presas. No obstante, para algunos espáridos de cierta talla y, especialmente en invierno, cuando escasea el alimento, la lapa pueda ser una alternativa razonable. Funciona mejor a fondo, en aparejos robustos destinados, por ejemplo, a grandes sargos. De hecho, en las entrañas de estos peces suelen abundar los restos de lapas jóvenes, lo que también nos proporciona pistas sobre la potencia de sus mandíbulas y su acerada dentición. En nuestras costas existen varios tipos de lapas, aunque, a efectos de su utilización como cebo, no cabe hacer muchos distingos. Todas ellas son de régimen litoral y se alimentan de las algas que revisten las rocas.
LA RECETA.- Las lapas son moluscos comestibles que se desplazan muy lentamente, sobre todo de noche. Su consumo es mínimo, restringido únicamente a algunas personas, generalmente habitantes de pueblos pesqueros. Se pueden condimentar con limón, en crudo, pero también admiten distintos guisos, hoy en día casi olvidados.
Cabría destacar que hay seis superfamilias que agrupan a un casi sinfín de familias, pero lo principal que deben saber es que, desde hace algunos años, están protegidas como cualquier otro marisco, por lo que si te ve el Seprona con un cubito y un chuchillo cogiendo lapas para que los nenes jueguen a torturarlas en la arena, pues te pueden meter un paquete similar al que te caería si coges una piña de percebes, así que ojito.
En Asturias son una verdadera golosina y hay bares que son reconocidos en todo el Principado por lo bien que las preparan, aunque se trate de un chigre indecente donde apenas puedes comerte un plato y salir corriendo.
Es uno de mariscos que más sabor a mar desprende, aunque he de reconocer que, para un profano, su primer contacto es conflictivo, porque suelen estar duras como un neumático recauchutado. Suelen usarse para preparar arroz. Esa es una buena idea, porque no deja de ser un marisco muy barato y aporta mucho sabor al plato, no como esos bogavantes canadienses cuyo único objetivo es engañar al guiri y sacarle la pasta haciéndole creer que va a ponerse ciego de marisco a precio de arroz, cuando lo que hace es comer arroz a precio de marisco.
Aquí se las presento a pelo, para comerlas como se hace en los chigres del Cabo Peñas, solo mojando pan.
Lapas al Albariño.- Ingredientes
Lapas
Vino Albariño
En Asturias son una verdadera golosina y hay bares que son reconocidos en todo el Principado por lo bien que las preparan, aunque se trate de un chigre indecente donde apenas puedes comerte un plato y salir corriendo.
Es uno de mariscos que más sabor a mar desprende, aunque he de reconocer que, para un profano, su primer contacto es conflictivo, porque suelen estar duras como un neumático recauchutado. Suelen usarse para preparar arroz. Esa es una buena idea, porque no deja de ser un marisco muy barato y aporta mucho sabor al plato, no como esos bogavantes canadienses cuyo único objetivo es engañar al guiri y sacarle la pasta haciéndole creer que va a ponerse ciego de marisco a precio de arroz, cuando lo que hace es comer arroz a precio de marisco.
Aquí se las presento a pelo, para comerlas como se hace en los chigres del Cabo Peñas, solo mojando pan.
Lapas al Albariño.- Ingredientes
Lapas
Vino Albariño
ajo
perejil
tomate natural
mole
Elaboración.-Empezamos con un sofrito tradicional, de ajo, cebolla y pimiento verde. No muy abundante. Añadimos un manojo de perejil picado, un buen vaso de vino blanco de Albariño (nada de Verdejo) y cuando se haya evaporado el alcohol, incorporamos una cucharada de salsa de tomate natural y una cucharadita de mole (hace la salsa mucho más compleja).
Las lapas, o llampares, como decimos por aquí, suelen tener algo de tierra, por lo que convine lavarlas bien. Incluso, si las hemos cogido a ras de arena, deben purgarse en agua salada durante una hora. En las pescadería ya se venden generalmente limpias.
Una vez listo el sofrito o salsa, echamos las lapas, removemos bien todo y tapamos la sartén. Deben hacerse durante media hora a fuego muy suave y controlar a veces no vaya a pegarse la salsa. Puedes echarle una cuchara de harina de maíz para que la salsa engorde, porque es lo más rico, pero eso ya va en gustos. Conviene añadir un poco de agua porque la salsa debe estar líquida, sobre todo para que cunda más. Podemos elegir cualquier buen vino blanco que no sea muy afrutado, incluso el mismo del guiso, que no será un súper vino si no uno rico, como el Martín Códax, que funcionará de maravilla.
Elaboración.-Empezamos con un sofrito tradicional, de ajo, cebolla y pimiento verde. No muy abundante. Añadimos un manojo de perejil picado, un buen vaso de vino blanco de Albariño (nada de Verdejo) y cuando se haya evaporado el alcohol, incorporamos una cucharada de salsa de tomate natural y una cucharadita de mole (hace la salsa mucho más compleja).
Las lapas, o llampares, como decimos por aquí, suelen tener algo de tierra, por lo que convine lavarlas bien. Incluso, si las hemos cogido a ras de arena, deben purgarse en agua salada durante una hora. En las pescadería ya se venden generalmente limpias.
Una vez listo el sofrito o salsa, echamos las lapas, removemos bien todo y tapamos la sartén. Deben hacerse durante media hora a fuego muy suave y controlar a veces no vaya a pegarse la salsa. Puedes echarle una cuchara de harina de maíz para que la salsa engorde, porque es lo más rico, pero eso ya va en gustos. Conviene añadir un poco de agua porque la salsa debe estar líquida, sobre todo para que cunda más. Podemos elegir cualquier buen vino blanco que no sea muy afrutado, incluso el mismo del guiso, que no será un súper vino si no uno rico, como el Martín Códax, que funcionará de maravilla.
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