INVENTARIO GENERAL DE LOS INSULTOS

J


Jaque. Valentón y fanfarrón que presume de bravura y guapeza. Es voz de germanía, en cuyajerga equivale a "rufián". Procede, en primera instancia, del árabe sah = rey en el juego de ajedrez; bajo esa acepción se encuentra en el Libro del Ajedrez mandado escribir por Alfonso X el Sabio (segunda mitad del siglo XIII). Con ese valor semántico se ha utilizado siempre. Como voz ofensiva, es uso figurado de la acepción anterior, pues el dar jaque era actitud un tanto fanfanona y retadora dentro del juego, engolando la voz quien lo daba, y mostrando ufanía y suficiencia, lo mismo que el "jaque" pretendía meter en un puño a los demás aparentando fuerza y bravura, y amilanando así a quienes escuchaban sus baladronadas. Con esa acepción aparece a principios del siglo XVII. Francisco de Rojas (primera mitad del mencionado siglo) lo pone en labios de cierta dama:

He dado en pensar que es
desgarrado y algo jaque,
y los bravos solamente
son los que me satisfacen.
Dos siglos más tarde, Bretón de los Herreros, también en la escena, echa así mano del término:

-Sí: ¡pues bonito soy yo!
no hay en la provincia un jaque
que tosa donde yo toso.

Jaquetón. Aumentativo de jaque, que a diferencia de aquella voz, también tiene forma femenina. Sujeto bravucón y perdonavidas que a la hora de la verdad resulta ser cobarde; guapo de taberna que piensa que trae a las mujeres de calle. Bocazas y fantasmón, que cuando ve que tiene las de perder toda la calle le parece camino corto para poner pies en polvorosa. De este fulano dice la frase: "Como el jaquetón de Jadraque, que al acostarse mataba el candil de un trabucazo". Pero no era capaz de matar nada más que eso.


Jesuita.
Calificativo que el vulgo suele dar a quien es hipócrita y falso; sujeto que manifiesta doblez; persona solapada y ladina que tiene una particular astucia para manejar los negocios, llevando siempre el agua a su molino, o arrimando el ascua a su sardina. Un dicho lo pone de manifiesto de esta gráfica manera: "Cuando el jesuita se ahoga o se ahorca, su cuenta le tendrá...". Es acepción derivada del individuo de esa orden religiosa fundada por San Ignacio de Loyola en el siglo XVI, visión negativa de estos religiosos, parte de la campaña de desprestigio que contra los Padres de la Compañía de Jesús, e indirectamente contra España, emprendió primero la Leyenda Negra y luego los francmasones ingleses y los franceses de la Ilustración, y a la que tantos papanatas hispánicos se adscribieron.


Jeta
(ser un). Hocico del cerdo; morro. En sentido figurado, caradura y aprovechado; persona abusona y atrevida, con más cara que espaldas. Equivale a "morro" (véase "tener mucho morro", "caradura"). El término se utilizó antaño en la frase hecha "estar uno con jeta", con el valor semántico de "mostrar alguien malhumor, enfado o enojo en el semblante". Hoy se emplea como sinónimo de descarado. También se emplean el aumentativo "jetón" y el substantivo mostrenco jetamen, referido a la capacidad de frescura y desvergüenza que tiene alguien.


Jodido.
Stricto sensu, fodidencul, porculizado. En sentido figurado sujeto ruín y malintencionado; persona miserable y dañina. A menudo, al menos en el uso que le dan los autores renacentistas, es refuerzo peyorativo de "puto", así lo hace Bartolomé de Torres Naharro en su Comedia Soldadesca:

Mal año y negra vejez
meresce el puto hodido...

Coetáneamente, Lucas Fernández, en su Farsa del Nacimiento, pone en boca de un pastor el término "hodido", en un momento en el que también se emplean las formas "jodíu" y otras con el valor semántico de "ruín y molesto", acepción asexuada del término, que se dice a quien es enfadoso y pesado. Su capacidad ofensiva no radica tanto en la carga semántica como en factores suprasegmentales dependientes de la voluntad del hablante, cobrando entonces el término toda clase de significados y matices. Entre los más frecuentes está su uso como sinónimo de "persona muy fastidiada, física o moralmente hecha polvo". Rafael Alberti da el siguiente empleo al término, en Roma, peligro para caminantes:

Que está tu cuerpo ya más que jodido
se ve en que vas como corriente alterna,
pues se encuaderna o se desencuaderna,
pierniencogido o ya piernitendido.

Juan Bragazas. Junto a Juan Lanas, a quien engañaba su mujer con un ciego de vida pícara, estaba su amigo Juan Bragazas, a quien su propia esposa daba todas las noches calabazas. Al parecer el apellido viene obligado por la rima que se busca. Pero existió un Juan Braga, seguramente portugués, afincado en Toledo en tiempos del emperador Carlos V, que dio que hablar por ser notorio cabrón con pintas, es decir con palabras de Camilo José Cela (Diccionario del Erotismo):
                               Quien lo es en grado sumo, y hallando tanto deleite en serlo que hasta propicia el que la esposa lo cornifique; para ello la viste de gala, canta sus alabanzas ante los posibles suplentes, viaja mucho y presume de moderno. Suele ser ganado manso, huidor de trabajo y complicaciones... De él se dijo "bragazas" al hombre casado que carece de voluntad, haciendo la de su mujer y su suegra, y dejándose gobernar por cualquiera. (Véase también "calzonazos").

Juan de Aracena. La segunda parte del dicho describe al personaje: "ni palabra mala, ni obra buena". Este individuo, natural de aquella localidad onubense, donde tuvo olivares y viñas a finales del siglo XVIII, existió. Se caracterizó por ser un bribón encubierto cuya conducta errática, inesperada y caprichosa hacía poco recomendable su amistad y compañía. Tildar a alguien de ser un "Juan de Aracena" es tanto como llamarle persona de poco fiar, taimada y de reacciones imprevisibles. Se dice, asimismo, de quien con buenas palabras consuma traiciones.

Juan el tonto o el tonto de Juan. Como el nombre de "Gil", en el Renacimiento, o el Jacques francés, "Juan" es uno de los nombres propios de gente rústica y sencilla (véase lo que decimos en "Juan Lanas" o en la voz "gilipollas"). En el dicho "El tonto de Juan", la segunda parte es la que nos habla del personaje: "...en verano terciopelo, y en invierno tafetán". Se trata del típico tonto atacado de espíritu de contradicción, que obra siempre al revés de lo que cabría esperar, o va contra corriente de la sociedad. No es peligroso, aunque si enojoso, pesado y enfadoso, ya que se torna combativo a la hora de defender sus posiciones. De este parece que se dijo aquello: "más tonto que Juán, que cebó al pichón por el culo".

Juan Lanas. Algo parecido a lo que sucediera con "Ambrosio el de la carabina", sucedió con Juan Lanas, hombre apocado o marido complaciente. Más que tonto fue cornudo, pero a esta condición llegó por vía de excesiva bondad propia y confianza en la ajena. En Castilla, donde nació el dicho "ser alguien un Juan Lanas", el nombre de Juan es siempre dado a un buenazo, a alguien que tras pasarse de bueno da en la tontez. Así, en una relación de tontos notables del Reino, ¿del siglo XVIII?, se lee:
                                 Ahí vienen Juan de buen alma, con su amigo Juan Lanas, y con ellos Juan Parejo, Juan Zoquete y Juan Jumento. Llega también Juan Díaz, que ni iba ni venía, y Juan el de la Flor, que se curaba para estar mejor, primo de Juan el Pobre, a quien se comían las moscas a cucharadas, y de Juan de la Valmuza, que no tenía capa pero gastaba caperuza...
Muchos de estos Juanes son invento forzado por la rima, pero no Juan Lanas. Juan Lanas existió hacia mediados del siglo XVI. Pudo ser vecino del pueblo de Cantimpalo (Segovia), de donde reza el dicho que era el famoso ánsar o gansa, tonto animal que salía al camino para saludar al lobo. Diversas fuentes señalan hacia la historicidad del personaje, que sin embargo no pasó a la historia por tonto, sino por marido engañado y consentido.

Juan Palomo. Es pariente del otro homónimo suyo, el que se comía lo que él mismo se guisaba. Pero es un Juan distinto; de éste se dijo que pretendía ir a misa sin dejar el campanario, de donde el dicho: "pretender estar en la procesión y repicando". Es asimismo personaje histórico, casado con Juana Paloma, de la que decía la gente que no utilizaba alas para volar, sino sólo la escoba, con lo que la tildaban de bruja y sucia. Hay rastro documental suyo, o lo hubo antes de la guerra civil, en la ciudad castellana de Medina del Campo.


Judas.
Hombre falso, traidor, fementido y alevoso. Es voz cuyo sentido le viene dado por la conducta del apóstol de Cristo Judas Simón Iscariote, que vendió o traicionó a su Maestro por treinta monedas de plata. El uso del término como ofensa e insulto, es antiguo. F. de Quevedo lo utiliza en el primer tercio del siglo XVII:

Grande cosecha de Judas
dicen que ha de haber hogaño...

Hubo antaño una celebrada disputa al respecto del origen del apellido Ximénez, Siménez o Jiménez, substanciada sobre si es patronímico formado a partir del nombre "Simón", apellido de Judas, ya que Iscariote es sólo una referencia a la aldea donde nació, junto a Jerusalén, significando ish karaiot = hombre de los arrabales o suburbios, en hebreo. Muchos de aquel apellido tomaron la noticia como afrenta.


Judío.
Individuo perteneciente a la religión y pueblo hebreo. Despectivamente se predica de quien se muestra en exceso interesado y avaro; usurero. En cuanto a su etimología, es voz hebrea, de jehudi = perteneciente a la tribu de Judá, a través del término latino judaeus. Es vocablo muy antiguo en castellano, lengua en la que se utiliza desde los orígenes mismos del lenguaje. El término estuvo siempre negativamente connotado por motivaciones religiosas más que de la vida práctica. Un miembro de esta raza y fe, el rabino de Carrión Shem Tob, escribe en sus Proverbios morales (1355), consciente de la reputación negativa y mala imagen de los de su pueblo:

Non val el açor menos
por nascer de mal nido,
nin los enxenplos buenos
porlos dezyr judío.


Julandrón, julandras.
Primo, pringao, julay. Persona que ha sido involucrada en asuntos turbios y de difícil salida sin su consentimiento o conocimiento pleno.También funciona como sinónimo de maricón paciente, o puto. Es insulto ofensivo, aunque utilizado sólo en medios marginales. En cuanto a su etimología, pudo decirse de la voz gitana "julay", pero no se aviene con el significado de este término caló: amo, mesonero. Aunque de difícil comprobación filológica, podría derivar de la voz "julo": animal que va delante en la recua, generalmente un mulo o un asno grande; "julandrón" sería forma aumentativo-despectiva. De hecho, el término se emplea con ese valor a finales del siglo XV.


Jumento, jumental.
Burro, asno, bestia de albarda. Por extensión, persona torpe, ignorante y necia. Luis de Góngora emplea así el término:

Esto decía Galayo,
antes que el Tajo partiese
aquel yegüero llorón,
aquel jumental jinete.

En tiempos de Cervantes era insulto leve, tildándose de jumento a quien sabía poco, o no era capaz de aprender. Covarrubias recoge el término en su Tesoro de la Lengua (1611), diciendo:
                                      En nuestro castellano para dezir a uno que sabe poco, usamos deste término: Es como un jumento; y porque qualquiera que peca es ignorante, con razón se llama al pecador "jumento".

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