La época del año más favorable para la pesca de la dorada es entre primavera y otoño, ya que en invierno se aleja mar adentro hacia fondos de profundidades de hasta 50 m, donde se reúne en grupos. La dorada es un pez que siente mucho el frío, por lo que difícilmente baja a profundidades mayores.Podemos pescar doradas en el interior de los puertos o a lo largo de las escolleras exteriores, de los malecones o de las playas de arena, en las desembocaduras de los ríos (a veces tiende a remontarlos), en las lagunas donde encuentra cobijo durante el invierno y, sobre todo, donde puede hallar criaderos de mejillones y de ostras en los que producir estragos.
Pesca con caña de lanzado
Ante todo, tratándose de un tipo de pesca de espera, es conveniente emplear no menos de dos cañas, y a ser posible tres.
Lo normal para la pesca de la dorada es usar cañas para surfcasting de entre 4 y 4,5 m; normalmente de tres tramos y bastante consistentes, con una puntera fuerte, pues deberá aguantar plomos pesados.
En las cañas se montará un carrete muy robusto que lleve nailon del 0,40. También podemos usar, para conseguir lances más lejanos, nailon del 0,20 o 0,25 que soporte alrededor de los 8 kilos, al que en la parte final insertaremos un puente de línea de 15 metros que vaya del 0,20 al 0,57, lo que nos permitirá realizar un tiro bastante potente sin peligro de romper la línea.
En cuanto al plomo usaremos el peso, según la caña, de entre 100 y 150 g. Tenemos dos opciones, usar la técnica del plomo corrido, más tradicional, que consiste en insertar la línea madre por dentro del plomo y luego mediante un esmerillón colocaremos uno o dos anzuelos a unos 50 y 100 cm respectivamente. O podemos usar los bajos de línea que crearemos con anterioridad a la acción de pesca. Consiste básicamente en un trozo de nailon que por un lado engancharemos a la línea madre por medio de esmerillones y por el otro tendremos otro esmerillón para enganchar el plomo. En la parte del medio hay muchas configuraciones aunque como ejemplo usaremos una pensada para especies desconfiadas como es la dorada.
La dorada, al meterse el cebo en la boca, primero le da vueltas y a continuación lo mastica para después alejarse; así, si nota aunque sea la más leve resistencia, lo deja todo y huye. La acción de pesca de la dorada es sencilla: después de pasar por el anzuelo el cebo escogido, lanzaremos mar adentro y, luego, dejaremos la caña apoyada en el terraplén, una roca o en las picas de playa. Una cosa muy importante es acordarse de aflojar el freno ya que la fuerza de embestida de la dorada puede partir la línea.
Apenas oigamos zumbar el freno, agarraremos la caña con una mano, estrecharemos a la caña el hilo con la otra y clavaremos con decisión, tras lo que le dejaremos a la dorada todo el hilo que haga falta para sus envites y carreras con el objetico de hacer que agote sus fuerzas.
Cuando veamos que ya remiten los cabezazos, comenzaremos a cerrar poco a poco el freno y a recuperar el pez hasta llevarlo a la boca de la sacadera.
Para pescar desde embarcación, utilizamos siempre cañas finas de 3 a 4 metros, de fibra de carbón, carretes con líneas del 0,23 trenzadas y los clásicos aparejos de 3 anzuelos -Gamakatsu del nº 2-, empatados en camadas de 20 cm, engarzadas en el sedal por bolitas giratorias, por encima y debajo de las cuales ponemos bolitas fluorescentes o tubitos de colores. ....Los pescadores de doradas desde la costa utilizan cañas mas largas de “surf casting” y aparejos terminales de un grosor de 0,30 a 0,35 mm. A bordo empleamos sedal del 0,40 a 0,45 cuando encontramos bancos de doradas de mas del kilo de peso. La visibilidad en fondos de mas de 50 m. no afecta a esas pequeñas diferencias en los calibres de los terminales, y el roce de los dientes de la dorada nos han hecho perder demasiadas grandes doradas si empleamos sedal del 0,35. Desde la costa se utilizan aparejos terminales de 1,5 m. con un solo anzuelo y un plomo corredizo por encima del quitavueltas para que la dorada no encuentre resistencia al tomar el cebo. También colocan ahí bolitas rojas de estiropor para hacerlo mas llamativo y elevarlo si hay un fondo de algas En pequeños fondos de 20 o 30 metros se pueden utilizar estos eficaces aparejos, teniendo la precaución de lanzar lejos, para que las guiñadas del barco no muevan el cebo del piso. Una vez efectuado el lance, sujete suavemente la línea cuando el plomo se hunde, para que no se enrede. Use plomos con prolongación de canutillo por igual motivo. Al llegar al fondo conviene cobrar un poco de sedal para que el aparejo quede bien extendido sobre el fondo.Los plomos van engarzados en el aparejo por un emerillón que facilita su cambio. El “toque “ de la dorada a veces es brusco y seco. Otras veces se nota un discreta salida o aumento de peso . Dé un tirón fuerte para clavar pues la boca es dura. Tenga ajustado previamente el freno y dispóngase a disfrutar con calma y sin prisas del vigor y brava defensa de este animal.
Existen dos clases o tipos de playas: las someras o poco profundas; generalmente de poco desnivel o pendiente. En esta clase de playas las olas suelen romper lejos de la orilla, y por lo general, los lances en la mayoría de las veces deben de superar con creces la barrera de los cien metros para tener algún éxito. El equipo en este caso: caña. Carrete, línea madre más fina, montajes y plomadas; es todo el conjunto bastante sofisticado, capaz de alcanzar esas distancias con la ayuda de la técnica del pescador especialista. El otro tipo de playa; también extensa como la anterior, pero en este caso tiene un perfil más profundo, con un desnivel mayor, y por el cual las olas tienden a romper mucho más cerca de la orilla. La vegetación está más cerca de esta, y por lo tanto, los lances más cercanos, generalmente no suelen pasar de la barrera de los cien metros. El equipo en este caso puede ser menos sofisticado.
El surf-casting o lance pesado a los rompientes es una técnica de pesca que llegó a España hace ya muchos años a través de los pescadores franceses, donde ya la practicaban a lo largo de las costas del Atlántico y del Mar del Norte: se utiliza hoy en todo el mundo, donde ya es muy popular. Ideado para los fondos arenosos que formen batideros del mar.
En las playas someras los lances en la mayoría de las veces deben de superar con creces la barrera de los cien metros para tener algún éxito. El equipo en este caso: caña. Carrete, línea madre más fina, montajes y plomadas; es todo el conjunto bastante sofisticado, capaz de alcanzar esas distancias con la ayuda de la técnica del pescador especialista. El otro tipo de playa; también extensa como la anterior, pero en este caso tiene un perfil más profundo, con un desnivel mayor, y por el cual las olas tienden a romper mucho más cerca de la orilla. La vegetación está más cerca de esta, y por lo tanto, los lances más cercanos, generalmente no suelen pasar de la barrera de los cien metros. El equipo en este caso puede ser menos sofisticado.Emerillón, enganchado al pater-noster por un mosquetón quita-vueltas, y una gameta larga, de 1,50 - 2,00m enganchada a ese montaje por medio de un imperdible quita-vueltas. Estos dos montajes pueden llevar un bait-clip para transportar algunas clases de cebos. Y el tan empleado: gameta terminal de 0,50 - 100cm de longitud, con plomo deslizante, perla e imperdible quita-vueltas. Este montaje es uno de los más indicados para la mar floja y la línea algo destensada.
La caña plantada vertical en la arena, con la línea tensada a tope – aunque esto no es lo mejor para la dorada, no queda otro remedio, y el freno del carrete bien regulado por si acaso, y a esperar a que quiera picar alguna.
Otra cosa sería en la misma playa y con la mar en calma o poco movida. Solo habría que poner el cebo adecuado en una gameta a fondo, de no más de un metro de longitud, transportado por un plomo deslizante con el mínimo peso, capaz de llevarlo a esa franja de paso o de tránsito, o hasta alguno de los calveros. En este caso el soporte de la caña lo pondríamos más tendido para que la caña forme un ángulo de entre 90 - 120 o más grados, con el freno del carrete bien regulado y dejando la línea destensada, con toda la comba que las olas nos permitan. De esta forma nos olvidaremos del puntero de la caña y le pondremos más atención a la línea. Si esta la vemos tensarse, y se dobla el puntero sin llegar a clavarse la dorada, haremos lo siguiente: rápidamente cogemos la caña, la ponemos horizontal y le volvemos a dejar otro poco de comba a la línea (la caña la tendremos en la mano). Sin dejar de mirar a la línea, si vemos que esta se va a tensar, décimas de segundo de que esto ocurra, y con el dedo índice aprisionando la línea contra la caña, la levantamos bruscamente para clavar.
La caña plantada vertical en la arena, con la línea tensada a tope – aunque esto no es lo mejor para la dorada, no queda otro remedio, y el freno del carrete bien regulado por si acaso, y a esperar a que quiera picar alguna.
Otra cosa sería en la misma playa y con la mar en calma o poco movida. Solo habría que poner el cebo adecuado en una gameta a fondo, de no más de un metro de longitud, transportado por un plomo deslizante con el mínimo peso, capaz de llevarlo a esa franja de paso o de tránsito, o hasta alguno de los calveros. En este caso el soporte de la caña lo pondríamos más tendido para que la caña forme un ángulo de entre 90 - 120 o más grados, con el freno del carrete bien regulado y dejando la línea destensada, con toda la comba que las olas nos permitan. De esta forma nos olvidaremos del puntero de la caña y le pondremos más atención a la línea. Si esta la vemos tensarse, y se dobla el puntero sin llegar a clavarse la dorada, haremos lo siguiente: rápidamente cogemos la caña, la ponemos horizontal y le volvemos a dejar otro poco de comba a la línea (la caña la tendremos en la mano). Sin dejar de mirar a la línea, si vemos que esta se va a tensar, décimas de segundo de que esto ocurra, y con el dedo índice aprisionando la línea contra la caña, la levantamos bruscamente para clavar.
LA PESCA EN CALAS PEQUEÑAS
La pesca en calas es muy parecida a la de grandes o extensas playas, con la diferencia de que estas pequeñas playas por ser de pendiente más pronunciada normalmente nuestro objetivo lo tenemos más cerca. No hay que efectuar grandes lances. En estas playas las olas suelen romper cerca de la orilla en caso de marejada. Suelen estar amparadas por promontorios rocosos; además se puede pescar también desde las rocas. También tiene la ventaja de que podemos proveernos de cebo en las mismas rocas, y por lo general son menos visitadas por los bañistas; por lo tanto las doradas se encuentran en unas condiciones menos perturbables y más salvajes a la hora de tomar el cebo.
La pesca en calas es muy parecida a la de grandes o extensas playas, con la diferencia de que estas pequeñas playas por ser de pendiente más pronunciada normalmente nuestro objetivo lo tenemos más cerca. No hay que efectuar grandes lances. En estas playas las olas suelen romper cerca de la orilla en caso de marejada. Suelen estar amparadas por promontorios rocosos; además se puede pescar también desde las rocas. También tiene la ventaja de que podemos proveernos de cebo en las mismas rocas, y por lo general son menos visitadas por los bañistas; por lo tanto las doradas se encuentran en unas condiciones menos perturbables y más salvajes a la hora de tomar el cebo.
Cañas: en este caso, las telescópicas de carbono suelen ser más cómodas de transportar, de 4m en adelante, de lance medio o pesado; según el estado de la mar.
Carretes: cualquier carrete de tambor fijo que sea robusto y fiable, capaz de almacenar no menos de 300m de mono-filamento del 0,30 en la bobina.
Soportes de las cañas: en una cala podemos emplear los soportes de arena como los del surf, o bien los de cabilla o pinchos todo-terreno para rocas y arena.
Plomos: son preferibles los deslizantes, de 50 a 100g. También pueden servir los plomos terminales, siempre y cuando la gameta sea larga y repose parte en el suelo.
Anzuelos: los anzuelos tienen que ser fuertes y penetrantes - preferiblemente los de pico loro, negros y de patilla corta -, siempre adaptados en proporción y tamaño a la clase del cebo, y de los números 1-4.
Línea madre: por lo general debe de tratarse de un mono-filamento resistente a la abrasión, de buena calidad, y con un diámetro del 0,30.También se pueden emplear líneas trenzadas si se prefiere.
Gametas: de no más de un metro de longitud y que sean del 0,25 - 0,30 de grosor, eso sí, de muy buena calidad y de un color que sea poco visible.
Montajes: El ya clásico; línea madre, plomo deslizante, perla, mosquetón quita vueltas y gameta. También se puede utilizar un pater-noster cerca de un plomo terminal (esto en algunos casos en los que la mar esté fuerte, con la caña plantada verticalmente en la arena y la línea tensada).
Carretes: cualquier carrete de tambor fijo que sea robusto y fiable, capaz de almacenar no menos de 300m de mono-filamento del 0,30 en la bobina.
Soportes de las cañas: en una cala podemos emplear los soportes de arena como los del surf, o bien los de cabilla o pinchos todo-terreno para rocas y arena.
Plomos: son preferibles los deslizantes, de 50 a 100g. También pueden servir los plomos terminales, siempre y cuando la gameta sea larga y repose parte en el suelo.
Anzuelos: los anzuelos tienen que ser fuertes y penetrantes - preferiblemente los de pico loro, negros y de patilla corta -, siempre adaptados en proporción y tamaño a la clase del cebo, y de los números 1-4.
Línea madre: por lo general debe de tratarse de un mono-filamento resistente a la abrasión, de buena calidad, y con un diámetro del 0,30.También se pueden emplear líneas trenzadas si se prefiere.
Gametas: de no más de un metro de longitud y que sean del 0,25 - 0,30 de grosor, eso sí, de muy buena calidad y de un color que sea poco visible.
Montajes: El ya clásico; línea madre, plomo deslizante, perla, mosquetón quita vueltas y gameta. También se puede utilizar un pater-noster cerca de un plomo terminal (esto en algunos casos en los que la mar esté fuerte, con la caña plantada verticalmente en la arena y la línea tensada).
En este caso nuestro objetivo se suele encontrar a muy poca distancia, ya que se dan todas las condiciones para que haya doradas: mezcla de arena, vegetación y rocas. Todo este conjunto la mayoría de las veces lo podemos vislumbrar con las aguas claras o poco movidas.
Se trata de poner un cebo bien presentado en la zona arenosa, cerca de la vegetación y piedras que la delimitan, o también en los claros o calveros de arena que se encuentran dentro de esas zonas con vegetación.
Si queremos pescar en una de estas calas y nos encontramos con la mar fuerte, podremos hacerlo desde la misma arena de la playa o desde lo alto de alguna roca (siempre obraremos bajo el criterio que mejor nos parezca). Si nos decidimos por la playa, plantaremos las cañas verticales para evitar de esta forma que la línea en su estado tenso toque las crestas de las olas dándonos falsas picadas. Y si por el contrario nos decidimos por las rocas, las pondremos todo lo tumbadas que podamos con el freno del carrete regulado y dejando la línea algo floja, con algo de comba. El peso de la plomada lo decidimos según las condiciones que se den: viento en contra, estado de la mar y distancia (procurando que sea siempre el menor posible).
Si el mar está flojo o en calma podremos poner también las cañas tumbadas en la playa, acompañadas por esa regla fija: la línea floja con algo de comba y el freno bien regulado. También en este caso es conveniente emplear plomos deslizantes que no superen los 50g.
Con las cañas tumbadas y la línea algo floja, la mayoría de las veces, las doradas suelen clavarse solas; pero si no es así, hay que proceder de la misma forma de siempre.La técnica en este caso es casi igual que en el surf y la única diferencia está en la distancia del lance y posiblemente en el equipo, ya que en este caso no sería tan sofisticado. La que mejor resultado da es la caña inclinada, entre los 90º - 120º o más, lo mismo desde la playa que desde lo alto de alguna roca, siempre que no lo impida el estado de la mar.
Se trata de poner un cebo bien presentado en la zona arenosa, cerca de la vegetación y piedras que la delimitan, o también en los claros o calveros de arena que se encuentran dentro de esas zonas con vegetación.
Si queremos pescar en una de estas calas y nos encontramos con la mar fuerte, podremos hacerlo desde la misma arena de la playa o desde lo alto de alguna roca (siempre obraremos bajo el criterio que mejor nos parezca). Si nos decidimos por la playa, plantaremos las cañas verticales para evitar de esta forma que la línea en su estado tenso toque las crestas de las olas dándonos falsas picadas. Y si por el contrario nos decidimos por las rocas, las pondremos todo lo tumbadas que podamos con el freno del carrete regulado y dejando la línea algo floja, con algo de comba. El peso de la plomada lo decidimos según las condiciones que se den: viento en contra, estado de la mar y distancia (procurando que sea siempre el menor posible).
Si el mar está flojo o en calma podremos poner también las cañas tumbadas en la playa, acompañadas por esa regla fija: la línea floja con algo de comba y el freno bien regulado. También en este caso es conveniente emplear plomos deslizantes que no superen los 50g.
Con las cañas tumbadas y la línea algo floja, la mayoría de las veces, las doradas suelen clavarse solas; pero si no es así, hay que proceder de la misma forma de siempre.La técnica en este caso es casi igual que en el surf y la única diferencia está en la distancia del lance y posiblemente en el equipo, ya que en este caso no sería tan sofisticado. La que mejor resultado da es la caña inclinada, entre los 90º - 120º o más, lo mismo desde la playa que desde lo alto de alguna roca, siempre que no lo impida el estado de la mar.
LA PESCA EN ACANTILADOS
La dorada, recorre diferentes zonas para alimentarse y una de ellas son las zonas rocosas y cantiles. En este caso suelen acercarse hasta las mismas rocas en busca de lapas, mejillones, caracolas, erizos, cangrejos ermitaños...
Generalmente suelen frecuentar y compartir comederos con otros espáridos, como: sargos, pargos y brecas. Muchas veces las capturas de las doradas se suelen intercalar con las de otros que comparten el comedero, según el tipo de cebo que se emplea.
Cañas: telescópicas, de 4-5m de lance medio o pesado. A ser posible de un material ligero, como el carbono.
Carretes: de tambor fijo con bobina de gran capacidad, no menos de 300m del 0,30 - 0,40 y a ser posible que tenga buena recuperación por vuelta de manivela. Si no es muy rápido pero es fuerte y robusto también nos vale.
Soportes de las cañas: en estas zonas hay que llevar soportes de cavilla o pinchos, que son los que mejor se adaptan a los agujeros y grietas de las rocas
Plomos: deslizantes de 50 - 100g de distintos modelos, pero los que mejor resultado dan en este caso son los de forma de huso, o con aletas, con tubo de plástico, más aerodinámicos y menos proclives a los molestos enroques a la hora de recoger.
Anzuelos: fuertes y penetrantes de los nº 1-4 (a ser posible de pico loro, negros y de patilla corta).
Línea madre: tiene que ser fuerte y resistente a la abrasión, de muy buena calidad, del 0,30 - 0,40 de diámetro. También se puede emplear línea trenzada si se prefiere.
Gametas: deben de ser fuertes y resistentes a la abrasión, con poca o ninguna memoria, de un color de lo más neutro o invisible posible, del 0,25 - 0,30 de diámetro y con una longitud de 50 - 100cm.
Montajes: el clásico; línea madre, plomo deslizante, perla, mosquetón quita vueltas y la gameta. La técnica es parecida a todas las demás, solamente hay que adaptarse a la zona elegida, y si se conoce mucho mejor. En estas zonas la profundidad no suele pasar de 15 - 30m.
Consiste en depositar el cebo en el fondo, salvando cualquier obstáculo que se tenga delante - generalmente piedras o rocas que normalmente no se ven al estar sumergidas - por detrás de éstas, a unos 10 - 20m de seguridad para evitar en lo posible cualquier enroque y al mismo tiempo que no quede muy lejos de sus alimentos habituales.
Las cañas como en casi todos los casos se deben de poner bastante inclinadas (siempre que se pueda) y con la línea algo floja, formando algo de comba y sin olvidarse de regular el freno del carrete. Si pegara alguna sin clavarse a la primera hay que seguir la misma regla de siempre: coger la caña con rapidez, inclinar el puntero hacia la superficie del agua, dejar la línea floja, y antes de que ésta llegue a tensarse, clavar, levantando la caña enérgicamente, teniendo siempre la precaución de tener aprisionada la línea entre el dedo índice y la misma caña.
La dificultad añadida cuando se anzuela alguna dorada es algunas veces por la altura en la que nos encontramos y por consiguiente necesitaremos a alguien que nos ayude a ensalabrarla.
La dorada, recorre diferentes zonas para alimentarse y una de ellas son las zonas rocosas y cantiles. En este caso suelen acercarse hasta las mismas rocas en busca de lapas, mejillones, caracolas, erizos, cangrejos ermitaños...
Generalmente suelen frecuentar y compartir comederos con otros espáridos, como: sargos, pargos y brecas. Muchas veces las capturas de las doradas se suelen intercalar con las de otros que comparten el comedero, según el tipo de cebo que se emplea.
Cañas: telescópicas, de 4-5m de lance medio o pesado. A ser posible de un material ligero, como el carbono.
Carretes: de tambor fijo con bobina de gran capacidad, no menos de 300m del 0,30 - 0,40 y a ser posible que tenga buena recuperación por vuelta de manivela. Si no es muy rápido pero es fuerte y robusto también nos vale.
Soportes de las cañas: en estas zonas hay que llevar soportes de cavilla o pinchos, que son los que mejor se adaptan a los agujeros y grietas de las rocas
Plomos: deslizantes de 50 - 100g de distintos modelos, pero los que mejor resultado dan en este caso son los de forma de huso, o con aletas, con tubo de plástico, más aerodinámicos y menos proclives a los molestos enroques a la hora de recoger.
Anzuelos: fuertes y penetrantes de los nº 1-4 (a ser posible de pico loro, negros y de patilla corta).
Línea madre: tiene que ser fuerte y resistente a la abrasión, de muy buena calidad, del 0,30 - 0,40 de diámetro. También se puede emplear línea trenzada si se prefiere.
Gametas: deben de ser fuertes y resistentes a la abrasión, con poca o ninguna memoria, de un color de lo más neutro o invisible posible, del 0,25 - 0,30 de diámetro y con una longitud de 50 - 100cm.
Montajes: el clásico; línea madre, plomo deslizante, perla, mosquetón quita vueltas y la gameta. La técnica es parecida a todas las demás, solamente hay que adaptarse a la zona elegida, y si se conoce mucho mejor. En estas zonas la profundidad no suele pasar de 15 - 30m.
Consiste en depositar el cebo en el fondo, salvando cualquier obstáculo que se tenga delante - generalmente piedras o rocas que normalmente no se ven al estar sumergidas - por detrás de éstas, a unos 10 - 20m de seguridad para evitar en lo posible cualquier enroque y al mismo tiempo que no quede muy lejos de sus alimentos habituales.
Las cañas como en casi todos los casos se deben de poner bastante inclinadas (siempre que se pueda) y con la línea algo floja, formando algo de comba y sin olvidarse de regular el freno del carrete. Si pegara alguna sin clavarse a la primera hay que seguir la misma regla de siempre: coger la caña con rapidez, inclinar el puntero hacia la superficie del agua, dejar la línea floja, y antes de que ésta llegue a tensarse, clavar, levantando la caña enérgicamente, teniendo siempre la precaución de tener aprisionada la línea entre el dedo índice y la misma caña.
La dificultad añadida cuando se anzuela alguna dorada es algunas veces por la altura en la que nos encontramos y por consiguiente necesitaremos a alguien que nos ayude a ensalabrarla.
LA PESCA EN ESCOLLERAS
La dorada no solamente recorre las escolleras para alimentarse, sino también para recogerse y descansar de un largo día muy ajetreado en su largo peregrinar por todas sus zonas de pasto, en las que ha gastado la mayor parte de la energía acumulada; por lo tanto, todo esto lo tenemos que tener en cuenta si pretendemos tentarla en estos lugares: despensa y dormitorio en el mismo sitio.
Por lo general, las escolleras o rompeolas son obras artificiales, con la misión, como su nombre indica, de romper o parar las olas formadas por un temporal, para proteger y darle abrigo a las embarcaciones que se encuentran dentro de los puertos, también a playas, paseos marítimos... Pueden estar formados con grandes bloques de hormigón o con grandes rocas y piedras. Entre estos bloques o piedras se forman cantidad de cavidades que les sirven de refugio a muchos peces, y entre ellos está la dorada. También aquí suelen encontrar una parte de su dieta, como: cangrejos, caracoles, lapas, mejillones, además de éstos también camarones, quisquillas y un surtido muy amplio de otros.
La dorada no solamente recorre las escolleras para alimentarse, sino también para recogerse y descansar de un largo día muy ajetreado en su largo peregrinar por todas sus zonas de pasto, en las que ha gastado la mayor parte de la energía acumulada; por lo tanto, todo esto lo tenemos que tener en cuenta si pretendemos tentarla en estos lugares: despensa y dormitorio en el mismo sitio.
Por lo general, las escolleras o rompeolas son obras artificiales, con la misión, como su nombre indica, de romper o parar las olas formadas por un temporal, para proteger y darle abrigo a las embarcaciones que se encuentran dentro de los puertos, también a playas, paseos marítimos... Pueden estar formados con grandes bloques de hormigón o con grandes rocas y piedras. Entre estos bloques o piedras se forman cantidad de cavidades que les sirven de refugio a muchos peces, y entre ellos está la dorada. También aquí suelen encontrar una parte de su dieta, como: cangrejos, caracoles, lapas, mejillones, además de éstos también camarones, quisquillas y un surtido muy amplio de otros.
Cañas: telescópicas o embonables, de 4-5m de lance medio o pesado.
Carretes: De tambor fijo con bobina de gran capacidad, no menos de 300m del 0,30 - 0,40 y a ser posible de buena recuperación por vuelta de manivela. También puede valer otro carrete más lento, pero debe de ser fuerte y robusto.
Soportes de las cañas: Los más adecuados son los de cavilla también llamados pinchos, que son los que mejor se adaptan a las grietas y oquedades.
Plomos: Deslizantes de 20 - 100g de todos los modelos (mejor los esféricos con la mar en calma)
Anzuelos: Fuertes y penetrantes de los nº 1-4 (a ser posible de pico loro, negros y de patilla corta).
Línea madre: Tiene que ser fuerte y resistente a la abrasión, de muy buena calidad, del 0,30 - 0,40 de diámetro. También se pueden emplear las líneas trenzadas si se prefiere.
Gametas: deben de ser resistentes y fuertes a la abrasión, con poca o nula memoria, del color menos llamativo que se encuentre, del 0,25 - 0,30 de diámetro, y con una longitud de 50 - 100cm
Montajes: se suele emplear en este caso uno muy sencillo y casi universal, que es el que predomina en este artículo, compuesto por línea madre, plomo deslizante, perla, imperdible quita-vueltas y gameta.
La técnica en estos lugares no suele ser muy depurada. Lo más importante es conocer la zona y saber a qué distancia hay que depositar el cebo acompañado por el plomo para evitar los molestos enroques o las rozaduras en las afiladas aristas de los bloques sumergidos. Dependiendo de todo esto sabremos qué clase o peso de plomo tendremos que poner. En estos lugares se deben emplear los plomos de menor peso que se pueda, y si la mar no está muy fuerte los esféricos van muy bien (con la mar fuerte lo más seguro es que no podamos montar las cañas).
Muchas veces lo más difícil y que nos ocupa mucho tiempo en estos sitios es encontrar algún agujero o alguna grieta que nos deje satisfechos para colocar nuestros soportes. La caña en estos casos tiene que estar lo más empinada posible para que la línea libre los bloques sumergidos y no se introduzca entre sus grietas, para así tratar de evitar las molestas rozaduras y enroques a los que nos tienen acostumbrados.
Si tenemos que hacer un lance de 20m aproximadamente y la mar está floja, pues lógicamente pondremos un plomo que sumados al peso del cebo cubra esa distancia, y así sucesivamente (más distancia, más plomo).
Carretes: De tambor fijo con bobina de gran capacidad, no menos de 300m del 0,30 - 0,40 y a ser posible de buena recuperación por vuelta de manivela. También puede valer otro carrete más lento, pero debe de ser fuerte y robusto.
Soportes de las cañas: Los más adecuados son los de cavilla también llamados pinchos, que son los que mejor se adaptan a las grietas y oquedades.
Plomos: Deslizantes de 20 - 100g de todos los modelos (mejor los esféricos con la mar en calma)
Anzuelos: Fuertes y penetrantes de los nº 1-4 (a ser posible de pico loro, negros y de patilla corta).
Línea madre: Tiene que ser fuerte y resistente a la abrasión, de muy buena calidad, del 0,30 - 0,40 de diámetro. También se pueden emplear las líneas trenzadas si se prefiere.
Gametas: deben de ser resistentes y fuertes a la abrasión, con poca o nula memoria, del color menos llamativo que se encuentre, del 0,25 - 0,30 de diámetro, y con una longitud de 50 - 100cm
Montajes: se suele emplear en este caso uno muy sencillo y casi universal, que es el que predomina en este artículo, compuesto por línea madre, plomo deslizante, perla, imperdible quita-vueltas y gameta.
La técnica en estos lugares no suele ser muy depurada. Lo más importante es conocer la zona y saber a qué distancia hay que depositar el cebo acompañado por el plomo para evitar los molestos enroques o las rozaduras en las afiladas aristas de los bloques sumergidos. Dependiendo de todo esto sabremos qué clase o peso de plomo tendremos que poner. En estos lugares se deben emplear los plomos de menor peso que se pueda, y si la mar no está muy fuerte los esféricos van muy bien (con la mar fuerte lo más seguro es que no podamos montar las cañas).
Muchas veces lo más difícil y que nos ocupa mucho tiempo en estos sitios es encontrar algún agujero o alguna grieta que nos deje satisfechos para colocar nuestros soportes. La caña en estos casos tiene que estar lo más empinada posible para que la línea libre los bloques sumergidos y no se introduzca entre sus grietas, para así tratar de evitar las molestas rozaduras y enroques a los que nos tienen acostumbrados.
Si tenemos que hacer un lance de 20m aproximadamente y la mar está floja, pues lógicamente pondremos un plomo que sumados al peso del cebo cubra esa distancia, y así sucesivamente (más distancia, más plomo).
LA PESCA EN PUERTOS
Todos debemos de saber que en los muelles comerciales está prohibida toda clase de pesca, como también en algunos o la mayoría de los puertos deportivos o de recreo y pesqueros, en zonas de tránsito de embarcaciones que no ofrezcan ningunas garantías las distancias de seguridad. Pero por el contrario, también en la mayoría existen “zonas muertas” en las que no hay ningún problema para plantar nuestras cañas. Estas “zonas muertas” pueden ser: espigones interiores de las escolleras, pequeñas playas, antiguos desguaces... En todas estas zonas podemos anzuelar con la ayuda de nuestras técnicas y con el factor suerte a buenas doradas.
Las doradas recorren todos los rincones de las dársenas en busca de su alimento, el cual encuentran en cantidad y variedad según sea la zona de pasto elegida. Generalmente suelen efectuar el recorrido todos los días y casi a la misma hora, como si se guiaran por un reloj instintivo; eso los pescadores experimentados o “doraeros” lo saben, y las esperan en los sitios de costumbre con toda la “artillería preparada”, que no suele ser más de dos cañas por cabeza.
Cañas: En estas zonas se pueden emplear de todo tipo, pero normalmente se utilizan las de lance medio, ya que no es necesario transportar grandes plomadas para efectuar lances de surf, porque normalmente el mar suele estar en calma o casi en calma ; por lo tanto, las más recomendadas pueden ser: telescópicas o enchufables de 4-5 metros y de lance medio o pesado.
Carretes: de tambor fijo, con bobina de gran capacidad, no menos de 300m del 0,30.
Soportes de las cañas: Aquí se emplean los de cavilla o pinchos, clavados en la tierra o alguna grieta. También algunos nos fabricamos unos soportes giratorios y basculantes para darle el giro y grados que más nos convenga a la caña
Plomos: generalmente de poco peso y deslizantes ya que los lances no suelen pasar de 40 - 50m y en algunos casos a muy pocos metros de la orilla. Pero siempre en función de la distancia, del estado de la mar y posibles corrientes.
Anzuelos: como en todos los casos que estamos tratando tienen que ser fuertes y penetrantes, con un tamaño adecuado al cebo que se emplea, que por lo general son del nº 1-4 (a ser posible de pico loro, negros y de patilla corta).
Línea madre: debe de ser fuerte y resistente y de muy buena calidad del 0,30 de diámetro. También se puede utilizar línea trenzada si se prefiere.
Gametas: tienen que ser resistentes y de muy buena calidad, con poca o nula memoria, del color menos llamativo posible, del 0,25 - 0,30 de diámetro, y de una longitud de 50 - 100cm
Montajes: el tan nombrado en este artículo, compuesto de línea madre, plomo deslizante, perla, mosquetón quita-vueltas y gameta.
Todos debemos de saber que en los muelles comerciales está prohibida toda clase de pesca, como también en algunos o la mayoría de los puertos deportivos o de recreo y pesqueros, en zonas de tránsito de embarcaciones que no ofrezcan ningunas garantías las distancias de seguridad. Pero por el contrario, también en la mayoría existen “zonas muertas” en las que no hay ningún problema para plantar nuestras cañas. Estas “zonas muertas” pueden ser: espigones interiores de las escolleras, pequeñas playas, antiguos desguaces... En todas estas zonas podemos anzuelar con la ayuda de nuestras técnicas y con el factor suerte a buenas doradas.
Las doradas recorren todos los rincones de las dársenas en busca de su alimento, el cual encuentran en cantidad y variedad según sea la zona de pasto elegida. Generalmente suelen efectuar el recorrido todos los días y casi a la misma hora, como si se guiaran por un reloj instintivo; eso los pescadores experimentados o “doraeros” lo saben, y las esperan en los sitios de costumbre con toda la “artillería preparada”, que no suele ser más de dos cañas por cabeza.
Cañas: En estas zonas se pueden emplear de todo tipo, pero normalmente se utilizan las de lance medio, ya que no es necesario transportar grandes plomadas para efectuar lances de surf, porque normalmente el mar suele estar en calma o casi en calma ; por lo tanto, las más recomendadas pueden ser: telescópicas o enchufables de 4-5 metros y de lance medio o pesado.
Carretes: de tambor fijo, con bobina de gran capacidad, no menos de 300m del 0,30.
Soportes de las cañas: Aquí se emplean los de cavilla o pinchos, clavados en la tierra o alguna grieta. También algunos nos fabricamos unos soportes giratorios y basculantes para darle el giro y grados que más nos convenga a la caña
Plomos: generalmente de poco peso y deslizantes ya que los lances no suelen pasar de 40 - 50m y en algunos casos a muy pocos metros de la orilla. Pero siempre en función de la distancia, del estado de la mar y posibles corrientes.
Anzuelos: como en todos los casos que estamos tratando tienen que ser fuertes y penetrantes, con un tamaño adecuado al cebo que se emplea, que por lo general son del nº 1-4 (a ser posible de pico loro, negros y de patilla corta).
Línea madre: debe de ser fuerte y resistente y de muy buena calidad del 0,30 de diámetro. También se puede utilizar línea trenzada si se prefiere.
Gametas: tienen que ser resistentes y de muy buena calidad, con poca o nula memoria, del color menos llamativo posible, del 0,25 - 0,30 de diámetro, y de una longitud de 50 - 100cm
Montajes: el tan nombrado en este artículo, compuesto de línea madre, plomo deslizante, perla, mosquetón quita-vueltas y gameta.
Es en estas zonas donde hay que depurar las diferentes técnicas de cada uno al máximo, donde no vale poner cualquier cebo, plantar la caña y dejarlo a su suerte.
Las doradas de estas zonas están acostumbradas a sufrir constantemente y durante gran parte del año el bombardeo de plomadas, lanzadas por infinidad de especialistas, unos, y aficionados, otros. Muchas de ellas “salvadas en el último momento por su ángel de la guarda, cuando logran desanzuelarse al pegar la última trepá al visar el salabre”. Normalmente a éstas les llamamos veteranas residentes, capaces de llevarse una almeja o un cangrejo sin enterarnos, hasta que les damos vuelta por falta de picadas y nos encontramos solo el reluciente anzuelo, o incluso muchas veces ni éste.
Normalmente y siguiendo la norma general, los “doraeros” tientan a las doradas con los cebos que tienen por norma entrar en su menú según la zona. Por lo tanto, si esto no es así, más trabajo y difícil lo tendremos si queremos pescar alguna. Cuando logramos anzuelar alguna con un cebo habitual de la zona lo consideramos suerte, pero si por el contrario, el cebo no es de su menú acostumbrado, cuando cae, decimos que es una casualidad o que se trata de una forastera.
Las doradas de estas zonas están acostumbradas a sufrir constantemente y durante gran parte del año el bombardeo de plomadas, lanzadas por infinidad de especialistas, unos, y aficionados, otros. Muchas de ellas “salvadas en el último momento por su ángel de la guarda, cuando logran desanzuelarse al pegar la última trepá al visar el salabre”. Normalmente a éstas les llamamos veteranas residentes, capaces de llevarse una almeja o un cangrejo sin enterarnos, hasta que les damos vuelta por falta de picadas y nos encontramos solo el reluciente anzuelo, o incluso muchas veces ni éste.
Normalmente y siguiendo la norma general, los “doraeros” tientan a las doradas con los cebos que tienen por norma entrar en su menú según la zona. Por lo tanto, si esto no es así, más trabajo y difícil lo tendremos si queremos pescar alguna. Cuando logramos anzuelar alguna con un cebo habitual de la zona lo consideramos suerte, pero si por el contrario, el cebo no es de su menú acostumbrado, cuando cae, decimos que es una casualidad o que se trata de una forastera.
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