Si quieres iniciarte en la pesca o deseas saber si en el lugar que irás de vacaciones vas a poder practicar este deporte en algunas de sus modalidades, debes conocer qué tipo de pesca es más apropiada en cada región. Asimismo, no debes descuidar tu equipo, ya que adaptarlo a la diferente fauna, tanto si pescas en el mar o en interior (ríos, lagos y embalses), facilitará el disfrute de este pasatiempo. A la hora de tirar la caña de manera literal, existen muchas localizaciones a lo largo y ancho de todo el territorio nacional para disfrutar de una pesca satisfactoria en agua dulce y en agua salada. Por supuesto, existen varias diferencias entre la pesca en agua dulce o en agua salada, desde las propias especies hasta cañas de pescar específicas, cebos y otras variantes, pasando por las distintas modalidades [de mar, al corrido (en profundidad y arrastre), de lanzado (spinning o surfcasting), con mosca (cebo artificial) y clásica (sin carrete)]
Pesca de mar.- Se desarrolla en el litoral, por lo que se lleva a cabo en las distintas vertientes de la península, así como en ambos archipiélagos, en Ceuta y en Melilla. Habitualmente se pesca al lanzado, con cierta tendencia al surfcasting en aguas más tranquilas y de pesca profunda, y dejando el spinning para aguas más vivas, con el objetivo de capturar especies más cerca de la superficie. La pesca se lleva a cabo tanto en la playa como en acantilados, aunque también puedes adentrarte en el piélago con un kayak o embarcación y optar por la pesca de fondo. De esta manera, es posible sumar hasta 8 regiones pesqueras (zonas de pesca de mar) diferentes en todo el territorio nacional: En este caso la zona que nos interesa es la Surmediterránea. Más allá de la pesca de curricán, tanto de fondo como de arrastre, especialmente popular en Málaga, la pesca de lanzado es la más recurrente entre los que practican la pesca en esta región. Para ello, es común que elijan la playa de los Álamos o una alternativa menos transitada, como la playa de Maro. En cuanto a las especies que se pueden pescar a lo largo del Mediterráneo es posible hacerse con pescadillas, salmonetes, mero, rape, carpas o sepias, entre otras especies que se extienden también a la zona Suratlántica.
La Pesca Marítima de Recreo en Andalucía. - Los pescadores deportivos disponen en Andalucía de más de 600 kilómetros de playa y 917 kms de longitud de costa para practicar las diferentes modalidades de pesca marítima de recreo. El litoral de la más sureña de las comunidades españolas es variado, de fuertes contrastes según nos situemos frente al fiero océano Atlántico o al aplacado mar Mediterráneo. Por el oeste predominan las playas de arenas finas y fuertes oleajes, aún más salvajes y virginales llegando el Estrecho. Hacia el este, a renas más gruesas y aguas más cálidas, las de la Costa del Sol. Y en el extremo oriental, los acantilados y recónditas ensenadas del balcón granadino, q u e derivan en los paisajes rocosos del Cabo de Gata almeriense, bañados por aguas claras. Dos mares bien diferenciados y un benigno clima mediterráneo que concede el piadoso permiso para la práctica de la pesca marítima de recreo en todas sus modalidades.
Definitivamente, el mar andaluz no esconde los tesoros de antaño, pero aún es posible tentar a una deslumbrante variedad de especies. Así, en la zona suratlántica se sitúan al alcance de los aparejos de surfcasting las mojarras, sargos, herreras, roncadores, doradas, robalos, bailas, anchovas y un largo etcétera. Aguas adentro, el paisaje pesquero incluye corvinas, la auténtica reina del Golfo de Cádiz, que apenas se deja ver en el resto del perímetro peninsular, pargos, urtas, brecas, bocinegros, chopas, burros (borriquetes), brótolas, jureles, mejes, corvallos, verrugatos, congrio s, meros, abadejos, palometones, dentones. . .
En el área surmediterránea, por su parte, predominan los besugos, doncella s, serranos y cabrillas, salemas, bogas, palometas y obladas, amén de otras comunes al océano como la dorada, el sargo y el robalo. Desde embarcación, en esta misma costa, se buscan los voraces y aligotes, pargos, gallinetas, pollicos, brótolas, safíos, arañas y raores (loritos); a grandes profundidades, las fabulosas chernas. A estas especies se pueden unir otras de interés deportivo como el pez limón (lecha, serviola), pez ballesta (tambor, cochino), cabrachos (rascacios), rayas y mantas, morenas, peces planos, etc. También, especies propias de la pesca de altura, como los túnidos (atún rojo, atún blanco, bonito, melva, bacoreta, listado, rabil, patudo) y escualos (marrajo, pez zorro, cazón, tintorera, jaquetón, pez martillo (cornúa), pintarroja, galludo...), el pez espada, el pez vela, el marlín, la lampuga y el espetón (barracuda), todas ellas presentes en la costa sur.
Sin duda, la comunidad andaluza espolea al resto del territorio nacional en lo que se refiere a la pesca deportiva. Aquí se practican todas las modalidades. Aquí están los mejores y mayo res escenarios, las más variadas y perseguidas especies ‘pescables’, incluso los pescadores más condecorados a nivel competitivo. El Estrecho de Gibraltar es el paraíso de la espectacular pesca de altura: el santuario de los grandes atunes rojos. Desde embarcación fondeada, especialmente en la costa atlántica, se capturan especies altamente codiciadas como el pargo o la corvina; esta última, abundante en la Costa de la Luz, apenas se deja ver en el resto del perímetro peninsular. Nuestra exuberante costa, con sus dos mares de condiciones ecológicas bien diferenciadas, forma el más extenso campo para la práctica del ‘surfcasting’, pesca desde orilla. El dique Juan Carlos I, conocido popularmente como Espigón de Huelva, es el más valioso escenario nacional de pesca marítima, tanto en extensión como en biodiversidad. Una decena de kilómetros de hormigón que se adentra en el mar para disfrute de los pescadores con caña de Huelva y Sevilla. Los fondos rocosos del litoral andaluz son un auténtico tesoro para los pescadores submarinos. Andalucía es una tierra única para la pesca deportiva.
Modalidades de Pesca. - Si hablamos de pesca marítima de recreo en Andalucía, la imagen que viene a la mente es la de un aficionado vigilando las punteras de sus dos cañas apostadas en una playa, roca o espigón. Con la llegada del buen tiempo, las zonas arenosas del litoral son asediadas cada anochecida por una inmensa milicia de cañas, cuyos amos hacen gala de una excelente preparación técnica y una incesante puesta al día. Es la modalidad más común, la más asequible, la más popular. Se conoce como pesca desde costa, pero en las enciclopedias adopta una denominación anglosajona, ‘surfcasting’, aunque sólo en un contexto de metodología avanzada, incluso de sofisticación.
El surfcasting puede definirse como lance a la ola o pesca al lanzado pesado. L a misma técnica es conocida en el terreno de la competición como ‘mar costa’. El pescador aprovecha la presencia cerca de la orilla de diversas especies con querencia a rastrear los pequeños organismos que afloran a los fondos marinos por efecto de vientos, corrientes y mareas para colocar el cebo más allá de la rompiente, preferiblemente donde se produce el encuentro de las corrientes entrante y de retorno, o en el depósito de residuos que trae la marea. La distancia del lanzado depende de la especie que se vaya a tentar, el grado de inclinación de la playa y, por supuesto, la calidad de los materiales y la destreza del pescador.
En esta modalidad de pesca, con seguridad como en ninguna otra, el triunfo final depende más bien de facto res externos: el volumen poblacional y nivel de reclutamiento de las especies. Porque las ‘pescatas fabulosas’ son recuerdos del pasado. Digámoslo con rotundidad: desde playa cada vez se pesca menos. Decir lo contrario sería hablar de la pesca recreativa andaluza desde costa con una venda en los ojos. Así lo afirman tanto los integrantes de la alta competición, inquietos observad o res de las poblaciones piscícolas de la costa sur, como los aficionados que visitan cada año los mismos escenarios y comprueban cómo ha descendido la actividad bajo el agua. Hace una década, para ganar un concurso de mar-costa había que pro mediar más de cinco kilos de capturas en una manga. Bastaba colocar la lombriz de arena a 30 metros de la orilla para llenar cubos de sargos, bailas o herreras de hermoso tamaño. ¿Qué está ocurriendo? La presión de la pesca industrial, fundamentalmente. Y, desgraciadamente, el deterioro de los caladeros afecta a los ‘deportivos’, aunque éstos tengan menos sentimiento de culpabilidad sobre su conciencia.
Respecto a los aparejos, en la costa sur aún se sigue empleando el clásico bajo de línea por debajo del plomo con una larga cameta que culmina en un solo anzuelo. Para las especies menores se suelen montar aparejos de hasta tres anzuelos, ya sea con perlas o emerillones para sujetar las líneas de anzuelos. Si el bajo de línea presenta, por ejemplo, una longitud de 1,70 m, puede llevar tres anzuelos con una separación de 40 cm entre ellos y ‘chavetas’ de unos 30 cm (un montaje más rápido, pero menos selectivo), o sólo dos anzuelos con cametas de mayor longitud -80 cm- en la mitad del bajo, que selecciona el pescado grande.
Los anzuelos suelen ser rectos y con la patilla moderadamente larga; también se utilizan los tradicionales picos de loro, que muestran la pata más corta y torcida, y que, al poseer una sección cuadrada, ofrecen más resistencia a las deformaciones. El surfcasting moderno incorpora, además, ciertos elementos de precisión, como son los ‘bait-clips’, sistemas de sujeción de los anzuelos en los bajos. Los bait-clips se usan cuando está la pesca muy larga y difícil, pues mantienen intacta la carnada dura y evitan que el bajo vuele con efecto de helicóptero y se acorte el lance. En su debe, acortan la distancia del lance. Como ven, todos los sistemas evidencian sus pros y sus contras. También se ha extendido el uso de las perlitas que separan los quitavueltas de los que parten los bajos. Las perlas, que favorecen el lance, pero son menos efectivas que los emerillones para evitar los enredos, poseen dos taladros: uno para la línea madre y otra para el bajo de línea.
Si fuese necesario (porque se desee llamar la atención de alguna manera), estas perlitas adquieren luz fluorescente mediante una carga con luz negra o ultravioleta (las que se utilizan en los comercios para detectar los billetes falsos), método también aplicable a plomos y boyas. La elección de un aparejo u otro depende, obviamente, del estado del mar, la presencia de algas, la especie que se persiga y, muy especialmente, si se trata de una jornada de esparcimiento o de competición. Para pescar por libre se reduce el número de anzuelos y se aumenta el grosor de los sedales, pues se busca la pieza de trofeo. En el terreno de la competición se afina al límite, persiguiendo el mayor número de piezas y la máxima distancia. En este apartado es común, sobre todo en el mediterráneo, tentar a las bogas (también a caballas y agujones) mediante el empleo de perlas flotantes que sitúan el cebo por encima del fo n d o. Se trata, en definitiva, de ver el mar, intuir dónde come el pescado e intentar acertar.
En el caso de los plomos, al tradicional redondo o plomo español ha venido a unirse el plomo de pera dotado de varilla y anilla. Los plomos se pueden adquirir ya de materiales menos contaminantes que el plomo, como son aleaciones de latón, b ronce o cobre. Estos artilugios dorados cada vez son más habituales en los equipos de pesca. En esto, como en la pesca continental con la obligatoriedad de preservar la trucha común autóctona, Andalucía también va por delante. También se usan plomos de bola y otros provistos de grapas para combatir las corrientes. Todos estos artilugios, aparejos montados y plomadas, lucen espectaculares en el equipo del pescador de competición, que las exhibe con orgullo en sus ‘paniers’, perchas de bajos y carros de casting con bandejas y ruedas neumáticas.
La media vuelta. - En la puesta en práctica de esta modalidad de pesca resulta determinante conocer la técnica del lance, circunstancia que requiere gran entrenamiento y preparación. En Andalucía se conoce como ‘lance de media vuelta’ el método perfeccionado hace décadas en Cataluña (en sus pistas de cásting o lanzado en seco), y que consiste en efectuar el movimiento partiendo de una situación corporal con un cuarto de giro respecto a la orilla y con la caña en perpendicular a la espalda y a la altura de los hombros. El plomo descansa en la arena a la izquierda del pescador, formando un ángulo recto con la caña.
En la acción de lance, el plomo dibuja una parábola a ambos lados del deportista, de tal forma que, en el momento en que éste infringe el golpe seco, la caña está ya torcida y la respuesta es mucho mayor. Mientras el terminal vuela a su destino, normalmente más allá de los 100 m (incluso superior a 150 si técnica y equipo son altamente depurados), la empuñadura de la caña se acuesta en el abdomen. Durante esos breves instantes, el pescador deja inmóvil su pie izquierdo y da un paso hacia delante con el derecho. Los más osados le imprimen una vuelta completa al plomo antes del impulso final, es decir, el terminal parte de una posición frontal al pescador; para ello es conveniente un hilo puente que culmine en un 0,60 mm, pues encierra mayor riesgo en caso de rotura.
Según el movimiento que traza el plomo o el propio pescador, el lance recibe el nombre técnico de above-cast, side cast, ground cast.…, aunque el que hemos descrito es justamente el que ha sido perfeccionado en las playas catalanas, que se caracterizan por sus aguas someras y la presencia del pescado a gran distancia. Una de las variantes es el lanzado pendular, que normalmente se efectúa con cañas de repartición y carretes de bobina giratoria, instrumentos que admiten mayor acción y, por tanto, un destino más lejano para el cebo. Lo importante, en todo caso, es localizar la distancia a la que está comiendo el pescado, que, según los expertos, puede oscilar entre los 50 y 80 m si el pesquero tiene olas inferiores a un metro y una profundidad menor de 3 m, y mu cho más allá si las olas y profundidades son superiores. Siempre hay que buscar el lecho marino detrás del primer escalón. No obstante, si tentamos bailas y robalos es suficiente con dejar caer el apa rejo en el mismo rompeolas.
Si hablamos de épocas, sin duda la estación favorita de los pescadores andaluces de caña es el otoño, especialmente en la costa occidental. A partir de octubre, los bañistas se despiden de un verano que en esta tierra comienza en abril, la temperatura del agua desciende unos grados y determinadas especies se muestran muy activas antes de la caída del invierno. Llegó el momento de tentar al robalo y la baila desde playas y estuarios, aunque los mayores ejemplares saldrán en diciembre y enero. Aquí la dorada muestra su esbelta figura al final de primavera y en la estación otoñal. Por su parte, en Andalucía oriental la pesca deportiva desde playa es primordialmente nocturna, y son los meses de calor los que proporcionan escenarios infestados de cañas y un mayor nivel de capturas, aunque, en determinados lugares, el invierno puede deparar fuertes emociones al aficionado.
Variantes del surfcasting.- Variaciones de la clásica pesca desde costa o surfcasting perfectamente válidas para su puesta en práctica en el litoral andaluz son la pesca desde roca (rock fishing), la pesca desde muelle o espigón y el lance ligero o ‘spinning’. Para la primera técnica mencionada, la que se desarrolla sobre esas hileras de piedras tan frecuentes en la costa andaluza, especialmente en los acantilados del Estrecho, la Costa del Sol y el Cabo de Gata, se suele efectuar un precebado con bolas de pasta de sardinas. Posteriormente, se emplean cañas habituales del surfcasting para la pesca a fondo o al tiento, y cañas largas para pescar a boya. En estos escenarios, amén de los bloques que custodian los espigones, se ha extendido la técnica de pesca a la inglesa, es decir, con boya corrida y nudo en el sedal. También se usan los revoltosos asticots (larvas habituales de la pesca continental al coup) para ‘excitar’ a la población piscícola, ya sea mezclados en el cebado o como cebo para el mismo corcheo.
El lance ligero, por su parte, se efectúa en cualquier pesquil en el que se localicen predadores cazando en aguas revueltas -robalos, bailas, corvinas y anchovas, por ejemplo-, avivándose la acción al amanecer y anochecer en espigones y estuarios. Para esta técnica es requisito imprescindible buscar las señales que proporciona el mar, imaginar los movimientos que acontecen bajo el agua, ya sea en la espuma del oleaje playero o entre las rocas semisumergidas, y, obviamente, emplear un equipo propio de spinning, esto es, caña de 2 a 2,5 m de longitud, algo más si se practica el spinning semipesado (que acciona cebos de entre 50 y 80 gr, muchas veces ayudados de lastres esféricos o buldós), y carretes ligeros, de recuperación rápida, preferiblemente con al menos cuatro rodamientos a bolas
Pesca desde embarcación. - A bordo de una embarcación, ya sea un pequeño bote de madera, una lancha fuera borda o un atractivo pesca-paseo intraborda de amplia bañera, las posibilidades de éxito son mayores. Si en los arenales ribereños las jornadas triunfales son esporádicas, aguas adentro aún es frecuente llenar el vivero de besugos, brecas o mojarras (según las aguas), pues el abanico de opciones se multiplica, y las emociones pueden ser aún más fuertes si arrojamos el rezón en fondos rocosos para tentar a especies de gran interés deportivo como pargo s, corvinas, urtas, brótolas y un largo etcétera.
En Andalucía continúa empleándose popularmente el clásico aparejo de volantín para pescar desde embarcación fondeada, ya sea anudado a una caña o al tradicional cordel de mano, conocido como chambel o traste. Se trata de una técnica de larga tradición en nuestro país, sobre todo, en la costa mediterránea. Todavía hoy el volantín es el método de pesca más común para la ‘pesca a bordo’, tan simple en su concepción como efectiva en su puesta en práctica. El aficionado más acorde a los nuevos tiempos suele emplear como equipo básico de pesca una caña de entre 3 y 4 m de longitud, normalmente telerregulable, es decir, telescópica en su mayor parte y con una puntera intercambiable. El tramo final es de fibra de carbono o fibra de vidrio maciza, y permite una acción de entre 120 y 200 gr sin renunciar a la finura y sensibilidad. Los carretes son grandes, similares a los de surfcasting, bien ‘frenados’, y albergan un sedal de entre 0,30 y 0,35 mm. El volantín se monta en ese mismo gro s o r, 0,35 mm, e incorpora perlas de cuatro taladros, aunque hay otras que se enganchan directamente a la línea.
Éstas, las perlas, giran sobre la línea madre y de ellas parten los bajos de líneas, que bailan sobre sí mismos; cumplen la función del emerillón, pero con máxima finura. Los bajos, siempre de fluorocarbono, que presenta menor grado de refracción. Los plomos son de 120 a 150 gr, normalmente tipo pera, a veces deslizantes, esto es, enganchados a un emerillón libre con objeto de que el pez muerda sin apreciar la resistencia del lastre. Para la codiciada breca o pagel, presente en todas las aguas (fondos fangosos, mayormente), se suele emplear un aparejo de dos anzuelos del N.º 4 o 5, normalmente de pico de loro, y cametas de 80 cm. Para la pesca de la breca, además, que come en fango y fondos mixtos, es aconsejable menear el plomo contra el fondo con objeto de enturbiar el agua, circunstancia que aviva la curiosidad del animal.
Si se persigue la mojarra de piedra, los anzuelos deben estar más pegados al plomo y con bajos más cortos: abajo, un terminal de unos 50 cm, luego otro más arriba de unos 40 cm y, por último, un tercer anzuelo con cameta de 30 cm. El aparejo de mojarras mide, en definitiva, poco más de un metro, frente al metro y medio largo del montaje para la breca. Y para piezas mayores, lógicamente, anzuelos del 4/0 o 5/0. Los volantines, según las preferencias de cada pescador, se ajustan en una línea madre de monofilamento o multifilamento. Hay quien prefiere el segundo por poseer más resistencia, lo que deriva en más metros de hilo en el carrete. Además, como no posee elasticidad, se señala mejor la picada.
El clásico chambel. - Los aparejos descritos se usan habitualmente para la pesca con caña, aunque en la costa sur aún es frecuente encontrar a avezados pescadores que se resisten a dejar de percibir las picadas en los mismos dedos a través del aparejo de mano o traste, esto es, un sedal libre sin caña ni carrete. Para su montaje es suficiente un centenar de metros de cordel grueso enrollado a un corcho o tablilla. En un extremo se anuda un emerillón y, a éste, un sedal más fino de entre 1 y 2 metros con un plomo en punta. En este terminal se empatillan diferentes anzuelos con brazos de unos 20 cm y distancias de 30 cm entre uno y otro.
En el sur, este aparejo se monta siempre con el plomo al fondo, y dependiendo de si se pesca en un roquedo o un limpio (fondo de fango, preferentemente un veril), se ajusta la longitud de los bajos de línea; más largos en fango, quizá reduciendo a dos el número de anzuelos, y más cortos en roca. En este último se usan a veces unas alargaderas para que no rocen los anzuelos con el fondo con el consiguiente riesgo de enganche. Recordar, asimismo, que, para esta modalidad, la pesca desde embarcación, la legislación tanto autonómica como estatal regula un tope de capturas de 5 kg. por pescador y día, pudiendo no computarse el peso de una de las piezas capturadas, así como la obligatoriedad de pescar con un máximo de seis anzuelos y dos cañas desde tierra.
Las presas. - En ambos mares, la variedad de presas potenciales es descomunal. Sólo se requiere hablar con los sabios del lugar, que recomendarán un pesquero hacia poniente o levan te, y tentar con la técnica precisa a una especie determinada. En la costa mediterránea predominan los voraces (en Granada, borazos) o besugos de la pinta, que se prenden a los volantines calados en fondos mixtos. Para capturar especies de mayor tamaño (pargo s, brótolas, gallinetas, congrios, etc.) se eleva el tamaño de cebos y anzuelos, y se clavan las ‘marcas históricas’ de fondos rocosos con la sonda y el GPS, mejor a cuanta mayor profundidad. En el área suratlántica se persigue con ahínco la breca en fondos fangosos, y un amplio abanico de apetecidas especies en los roquedos: pargos, corvinas, sargos, roncadores, corvallos, borriquetes, garapellos. . .
En todo el Golfo de Cádiz, además, se acosan desde embarcación los grandes espáridos (doradas y grandes sargos) lanzando en sus lugares de paso aparejos encarnados de muergo, cangrejo y otros moluscos. En estas aguas las capturas más codiciadas son el pargo y la corvina, que se tientan tradicionalmente con cebo vivo: su alimento natural, caballa o choco (recién pescado, no congelado), incluso mojarra. Para el resto, es común la carnada de sardina, chipirón y choco, a las que cabría añadir la gusana (más extendida en el ámbito de la competición) y la quisquilla para la breca. Últimamente se ha popularizado el empleo de gusanas de vinilo, que incorporan fragancias naturales, se mantienen más tiempo en el anzuelo (incluso para mu chas capturas) y resisten el mordisqueo de peces menudos. Claro, no son tan efectivas como una gusana natural, pero también aquí la tecnología persigue la imitación perfecta
A curricán. - La pesca desde embarcación en movimiento tiene dos máximos exponentes: el curricán costero y el curricán de fondo. El primero, también llamado pequeña cacea, se practica a escasa distancia de la costa y profundidad. Al arrastre por popa del engaño artificial acuden predadores muy variopintos: robalos (en zonas de escasa profundidad y roquedos), bailas, jureles, anchovas, obladas, palometas, lirios... En ocasiones se dan capturas excepcionales, como dentones, corvinas, palometones, peces limón, espetones... El equipo requiere aparejos de menos de 30 libras de resistencia (aunque el pescador debe estar preparado, llegado el caso, para cobrar piezas de mayor envergadura) y señuelos variados: peces art i f i c i a l e s, cucharillas ondulantes, pulpitos, rosarios con colas de silicona... Las cañas son de dos tramos, más rígidas y cortas, con carretes multiplicadores o de bobina giratoria.
El curricán de fondo, por su parte, se mostró efectivo en aguas andaluzas en la década de los 90 seduciendo a robalo s, pargos y corvinas en los fondos rocosos del litoral, incluyendo las codiciadas chernas mediterráneas. Para el empleo de ‘la bola’, como se conoce popularmente, es imprescindible conocer el lecho marino: determinar los pesquiles en el GPS y señalar bien la profundidad con la sonda. Aquí el patrón de la embarcación desempeña un papel primordial, tanto o más que el cobro de la pieza, pues, además del estudio de los fondos, debe intensificar la navegación dependiendo de los coeficientes y repuntes de mareas (mejor en la hora anterior y posterior a la pleamar), horas del día (por las tardes suelen estar más activos los grandes peces) e, incluso, trayectoria sobre la piedra, ya sea hacia tierra, mar abierto, en perpendicular o por el filo, justo donde acecha el pargo.
El método, tal como lo vemos en los barcos recreativos sureños, requiere, en primer lugar, el manejo de un sónar que marque el fondo de piedra y de un profundizador atornillado a la popa de la embarcación. Este último instrumento regula mediante un motor eléctrico el fondo al que queremos pescar. De él parte un hilo de acero que termina en un plomo redondo de 3 a 5 kg de peso, y de éste, a su vez, un terminal de unos 10 m de sedal con un ‘ crankbait ’ o un cebo natural prendido a una potera. El plomo posibilita que el aparejo vaya de forma vertical y pasee la muestra a la profundidad elegida, unos 2 o 3 m sobre el pedregal para seducir al pargo y la corvina. El sedal que dirige el engaño va unido al plomo por un grillete que, en el momento de la picada, se suelta y permite que el animal sea trabajado por la caña del pescador sin semejante lastre. Recordar, por último, que este efectivo sistema de profundizad o res y muestras fue concebido en EE UU para la pesca fluvial, concretamente para la captura de grandes black basses y salmones.
Reseñar, asimismo, una variedad de pesca desde embarcación que se basa, igualmente, en el empleo de señuelos artificiales, aunque no necesariamente con el barco en movimiento. Se trata del spinning ‘a bordo’. Esta modalidad cuenta con verdaderos entusiastas también en Andalucía, pues son numerosos los pesquiles en los que se puede poner en práctica con éxito: roquedos de escasa profundidad, espigones y bocanas de puertos, bajíos y estuarios, entre otros. Aquí el abanico de posibilidades es inmenso. El equipo se compone de cañas de 1,80 a 2,40 m de longitud, carretes habituales de spinning (pequeños, ligero s, con freno suave y recuperación rápida) y, como muestra s, vinilos o crankbaits con efecto profundizador, amén de los señuelos flotantes, como los poppers, que protagonizan estallidos sobre la superficie del agua y en los que la pesca es ‘a vista’. El ‘jigcasting’ aumenta unos grados la deportividad al incorporar señuelos de un anzuelo sencillo, ya sean vinilos, de pelo, metálicos, con o sin cabeza plomada, etc. Aquí la pericia del pescador a la hora de efectuar el lance y darle vida al engaño es determinante. En el spinning marítimo, en definitiva, prima la calidad a la cantidad.
Pesca de altura. - La pesca de grandes túnidos con la técnica de la gran cacea en las cercanías del Estrecho trasciende las fronteras de la comunidad andaluza. Es el big game fishing, la modalidad de pesca más, digámoslo así, glamourosa, la misma que mostró Ernest Hemingway al mundo en sus apasionados textos: la embarcación crucero (pesca o pesca) paseo provisto de tangones y sillas de combate, la vistosidad de los aparejos, el escenario donde se desarrolla aguas profundas cercanas a la roca de Gibraltar, con la excepción de la zona de separación de tráfico, es decir, la franja ‘estrecha’ de unos 14 km que separa ambos continentes, el esplendor de las capturas, los grandes torneos de los puertos deportivos de Benalmádena, Sotogrande, Barbate, Banús, Mazagón, Sherry... Sin duda, la de altura es la pesca deportiva en su máxima expresión, el espectáculo soberano. Pero en estos tiempos de enorme presión pesquera el atún rojo es sometido a una persecución especialmente beligerante por parte de los buques llegados al Mediterráneo desde los confines del planeta, y esta circunstancia, como no podía ser de otra manera, incide en las posibilidades de éxito del aficionado deseoso de tensar los arneses y batirse con un ‘grander’ que ponga a prueba su resistencia y la de sus materiales.
Lo cierto es que los atunes rojos siguen visitando el mar del sur en su viaje de ida y vuelta para desovar en aguas del norte de África, pero los que atacan los señuelos artificiales que arrastran las embarcaciones deportivas decrecen progresivamente en número y tamaño. Si hace menos de un lustro los buques recreativos desembarcaban en pantalán decenas de ellos, incluso se organizaban ‘charters’ para ir a tentarlos junto a acaudalados aficionados llegados allende los mares, actualmente se completa un verano completo con uno o, a lo sumo, dos ejemplares. Un ejemplo de patrón con solera: treinta salidas ‘al gigante’ y sólo cuatro picadas. Desesperanzador. Y eso los más avezados. El descenso no es paulatino, más bien endiablado y sin freno. En estas condiciones, los charters han echado el cerrojo. Esta es la realidad, para infortunio de un estilo de pesca apasionante que cuenta con una inmensa parroquia de fieles practicantes y que podría deparar un auténtico motor económico en determinadas localidades del litoral gaditano en las que la tradicional almadraba ya no es rentable
A brumeo. - El gran escómbrido también se escudriña con resultados igualmente precarios en el litoral mediterráneo a brumeo, método que se basa en el empleo de una gruesa lienza de mano que se cala a la deriva desde embarcación fondeada o al garete (‘drifting’, técnicamente) y provista de cebos naturales de caballas o sardinas. La técnica se ha puesto en práctica con éxito en la Bahía de Málaga y la costa almeriense, especialmente en el Seco de los olivos. En estas zonas de paso de grandes reproductores de atún rojo se efectúa un macizado previo y se arroja la línea libre en espera de que el animal acuda excitado por el rastro del cebado.
Con semejante técnica se clavó en la primavera de 2005 un ejemplar de 377 kg en aguas de Estepona. Y es que la Bahía de Málaga ofrece a los aficionados, primero, aguas con tráfico de ‘atunes de retorno’ en esta época del año, agosto, y, segundo, la posibilidad de pescar estos peces a brumeo a apenas cuatro o cinco millas de la costa, lo que permite a embarcaciones menores salir a su encuentro. De hecho, el brumeo sólo está permitido en el Mediterráneo por tratarse de una pesca de carácter tradicional. No obstante, en términos deportivos, la captura de un atún a brumeo es incomparable a hacerla a curricán: las líneas presentan una resistencia infinitamente mayor, hasta de 1000 lbs, por no hablar del placer de engañar al animal con la perfecta imitación artificial de su alimento natural.
Cómo sacarse la licencia de pesca en Granada. - Si estás interesado en pescar en Granada, las licencias de pesca que puedes obtener son de pesca continental, de medios auxiliares en el caso de que quieras pescar en aguas continentales y con embarcaciones; además de pesca marítima.
Licencia de Pesca Continental. - Con la que puedes practicar la pesca en ríos, embalses, lagos, lagunas, etc. La licencia base de Pesca Continental en Granada permite pescar todas las especies, excepto la trucha. Si quieres estar habilitado a la práctica de la trucha, debes pagar un pequeño recargo.
Licencia de Medios Auxiliares de Pesca Continental. - Esta licencia es necesaria para aquellos que quieran pescar en aguas continentales desde una embarcación, ya sea a remo o motor.
Licencia de Pesca Marítima. - Esta licencia te permitirá pescar en el mar, ya sea desde tierra, embarcación, o como pesca submarina. Dependiendo de la modalidad, deberás obtener un tipo de licencia u otra.
Cómo sacarse la licencia de pesca en Granada. - El proceso a seguir para obtener la licencia de pesca en Granada varía en función de si quieres obtener la licencia de pesca Continental o la Marítima:
- Realizar un examen (2 convocatorias al año) o curso previo sobre Pesca Continental, o recibir la acreditación de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de Andalucía. Puedes conocer el temario del examen en este link.
- Inscribirse en el Registro Andaluz de Caza y Pesca Continental
- Recibir la Tarjeta de Identificación del Pescador
- Obtener el seguro de Responsabilidad Civil del pescador.
- Tramitar el pago y realizar el proceso online o presencial con todos los documentos. Online, mediante certificado electrónico o sin certificado, y pago inmediato con tarjeta de crédito (link); o en una entidad bancaria colaboradora, donde podrás pagar y obtener la licencia. Identificación del tipo de licencia, fecha de entrada en vigor, datos del Seguro, DNI, datos de la Tarjeta de Identificación del Pescador, justificante de pago, etc.
¿Cómo conseguir las Licencias de pesca Marítimas en Granada?
Proceso online: Entra en el siguiente link y rellena los datos. Paga las tasas con tarjeta de crédito y presenta los documentos necesarios. Recibirás la licencia de forma inmediata.
Vía presencial: Descarga esta solicitud, cumpliméntala adecuadamente, reúne todos los documentos y paga las tasas en una entidad colaboradora. Allí mismo, podrás terminar el proceso y recibir tu licencia.
La Costa Granadina. - Sin duda alguna, la costa granadina nos ofrece una gran diversidad de playas, calas y lugares magníficos donde practicar la pesca, con aguas bastante cristalinas y limpias. Entre estas playas, destaca la Playa de la Velilla, donde más variedad de especies vas a encontrar, con tamaños diversos, grandes números y mejores resultados. Otras playas que destacan y que son mejor valoradas por los pescadores de la zona son Salobreña, Calahonda, La Herradura en Almuñécar y las Azucenas en Motril. En estas playas, podemos encontrar especies como la herrera, las caballas, los jureles, el besugo e incluso las doradas, entre otros. Es importante tener en cuenta las señalizaciones y decretos que se toman en esta provincia, ya que suelen ser frecuentes y se suele prohibir la pesca en determinados lugares de su costa, con el objetivo de proteger la fauna del lugar.
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